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TAXINSIDE

LA CARTERA

He encontrado una billetera en los asientos de atrás, y no se que haré. Devolverla sería lo más lógico, quedaría como uh buen hombre, seguro que su dueño está desesperado. Me imagino que será una viejecita y este dinero pueden ser sus ahorros........a lo mejor es de una mujer que no tiene marido y su pensión no le llega para mucho......

Miré la dirección y acudí a llevar la cartera. 25 de port hope road.
Al llegar me encontré con una majestuosa casa, valla blanca y gran jardín. Llamé a la puerta y pregunté por el dueño del dinero. Me recivió una señora puertoriqueña con un uniforme de sirvienta, a su lado había un chofer asiatico, y un poco más atrás una niñera mejicana, ¡lo siento me parece que me he equivocado! dije excusandome. Me dirigí corriendo a la puerta y salí rápidamente en mi taxi, al fin y al cabo yo ni tengo chofer ni asistenta.

SIEMPRE FUI MUY CONFIADO...

Hora de descanso. Acudo al Tifanis como de costumbre a tomarme un café muy cargado con un donnut. Saludo a Jon el dueño de la cafetería y a los demás clientes habituales. Mi misero descanso de veinte minutos se esfuma y debo volver al tajo. Me despido y salgo fuera. A veces olvido donde he aparcado pero esta vez estaba seguro. Mi sustento de vida ha desaparecido. Es la primera vez que me pasa pero no así a otros compañeros del gremio. Paradojas de la vida: tengo que llamar a un taxi para denunciar el robo en comisaría. Así es la vida.

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UNA NOCHE DE FIESTA

La noche estaba tranquila. Había hecho un par de carreras en las cercanías y me decidí a volver a casa. De camino me pararon en la salida de una fiesta de una casa de un barrio residencial. Se subieron en el taxi tres jóvenes muy animadas por el alcohol que mantenían una fuerte conversación. Eran tres chicas de entre 25 y 28 años no muy contentas con el transcurso de la noche. No se decidían a dónde querían que les llevase y, en vista de la situación, les pregunté: ¿Mucha fiesta esta noche, chicas? Las muchachas, inmiscuidas en las sustancias que seguramente habían ingerido, tardaron unos cuantos segundos en contestar." Una mierda de noche. Habíamos quedado con unos tíos muy guapos que no han aparecido. Las copas que iban a ser gratis no lo han sido y la supuesta fiesta de disfraces ha resultado ser una convención de abogados de una media de edad de cincuenta y tantos. Una mierda de noche, ¿te lo había dicho antes?".- Bueno, chicas...- quise trabajarme una réplica a su concisa descripción de su noche pero una vomitona de dimensiones abismales me lo impidió. Ya era tarde para enfadarme y mucho más para pasarles un trapo en su estado.- No pasa nada. Estoy acostumbrado a este tipo de situaciones.¿ Queréis que os lleve a algún otro garito nocturno? "- ¡ Pero míranos! ¡Si damos pena! Y encima no creo ni que podamos pagarte la carrera.- No pasa nada, chicas, esta corre a mi cuenta. Hagamos una cosa: como el taxímetro y yo somos buenos colegas, a cambio sólo tenéis que venir conmigo y con un par de amiguetes del gremio, ¿hace? Las chicas asintieron, limpié la vomitona y acudimos al Garden´s a matar la noche.
Fue divertido y, a día de hoy, sigo teniendo contacto con el trío de féminas, quienes de vez en cuando siguen solicitando mi nombre a la hora de pedir un taxi.

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QUÉ ASCO DE ATASCO

Hoy me ha tocado el turno de la tarde noche y se nota. No estoy acostumbrado a conducir con tanto tráfico. Llevo una hora en un atasco en medio de la Séptima Avenida. Todo el asfalto respira el metal de los coches. Por fin, cuando parece que el tráfico fluye de nuevo, el coche se me avería. Lo intento una y otra vez, pero nada. No para de salir humo del capó y los coches de detrás no dejan de pitar. Al final, no me queda otro remedio que llamar a una grúa para que deposite mi joya en nuestro taller particular.¿Cobraré las horas de atasco?

NO TODO ES DE COLOR DE ROSA...

Jueves noche. LLueve. He amanecido ( a eso de las cuatro de la tarde) con un fuerte dolor en la garganta. Amigdalitis, seguramente. Llevo padeciéndolas desde los ocho años. Hasta el momento, sólo me han tocado viejecillas que se quejan del precio de las tarifas, una madre con un niño insoportable y un ex-combatiente del Vietnam un tanto ebrio que no cesaba de exaltarse ante un patriotismo pasado de moda. " Gingle Road 27. Una cuadrilla de amigos que seguramente vuelven del partido de los Giants. Se percibe el alcohol". Gingle Road era conocida por su zona comercial durante el día y sus pubs de ambiente por la noche. Justo al lado del estadio de los Giants. Decidí subir la cristalera que me guarnecía de los pasajeros presumiblemente peligrosos. Una vez allí, bingo. Un grupo de incondicionales "supporters" que no cesaba de cantar y discutir ácidamente entre ellos. "¡ Nos han robado el puto partido! ¡ Estoy hasta los cojones de que nos piten en contra!"- su comentario terminó con un brusco golpe en la cristalera. -Tranquilos, chicos, el partido ya ha terminado. Otro día ganaréis-. "¿ Y tú qué coño sabes? Calla y conduce, que es lo único que sabes hacer". Paré el coche y les obligué a bajarse. No podían ser tan malos si iban al barrio residencial de Dowe. Seguramente, tres niños de papá que se tornaban un tanto violentos cuando bebían e iban de ocho en ocho. No rechistaron y se bajaron. Perdí una carrera pero recuperé la paciencia. En mi taxi yo soy quien manda.

UNA NOCHE EN EL GUETTO

UNA NOCHE EN EL GUETTO

Aquella noche preinvernal me designaron como campo de acción el problemático distrito de Hackney. Esta área, quizás por estereotipos falsamente infundados, era conocida en toda la ciudad como una zona problemática, habitada por negros y grupos sociales procedentes de antiguas colonias de la Commonwealth, generalmente indios y pakistaníes. Muchos compañeros del gremio rehusaban montar negros en sus cabinas.- "Yo no soy racista, Jack, pero si dejas que un negro se suba en tu taxi a partir de la una de la mañana, lo mejor que te puede pasar es que se pire sin pagarte. Entonces, deberás dar gracias al Cielo por la sutileza de tu pasajero"-.
Nunca hice caso de esos prejuicios. Mi familia, híbrida entre polacos e irlandeses, las había pasado canutas para hacerse un hueco en esta sociedad anglosajona, y desde crío había convivido con gentes de diversas etnias. De hecho, la población negra siempre me había parecido más de fiar que los esnobs blanquitos con aires de grandilocuencia.
Así, pues, y sin ningún tipo de temor, me adentré en la jungla cosmopolita. Mientras me disponía a introducir un cassette de Goran Bregovic en el obsoleto aparato de mi vehículo, recibí la primera orden del día: " Hackney Road 35, Jack". Me dirigí hacia el punto, no sin antes consultar el complejo mapa urbano. Una vez en la calle indicada, me encontré ante un individuo de raza negra que se resguardaba del frío. -" Linton Town 12. Justo a medio camino entre la ópera y el McDonald´s, hermano"-. Una vez instalado,desquitada la gabardina y protegido del aire helado, se descubrió un tipo trajeado, con un educado discurso( mucho más apropiado y culto que mi proletaria y llana forma de hablar) y con un esquisito gusto musical. Departimos amistosamente y, alcanzado el lejano destino, no escatimó en brindarme una suculenta propina. Se llamaba Trevor, acudía a la ópera y llegó a confesarme que se subvencionaba tan refinadas aficiones con dos trabajos, uno como barrendero, por las mañanas, y, otro,por las tardes, en una casa de apuestas.
Eran ya las tres de la mañana y ya estaba impaciente por recibir a mi siguiente cliente. Hackney no estaba nada mal en el fondo.

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LA VERDAD DE ANNA

LA VERDAD DE ANNA

La lluvia golpeaba mi brazo con mucha fuerza, el pañuelo estaba completamente mojado y la verdad no servía de mucho. Seguíamos estancados, el tráfico era incesante, no debí coger por el centro......
¿Acaso no puede ir más rápido? ¡Estoy a punto de parir en el asiento de atrás de este apetoso taxi!, gritaba Anna como una posesa. Lo siento preciosa, pero hago lo que puedo, ¡ah, y no se preocupe los asiento los desinfecté ayer! Fue entonces cuendo Anna empezó a llorar. Yo no sabía muy bien que hacer, así que empecé a cantar. Una melodía empezó a salir de mis labios y los llantos fueron disminuyendo. ¿Por qué no ha venido nadie contigo? ¿Y el padre? le pregunté. El padre no ha podido venir.......¿Por? le respondí, falleció hace dos dias en Irak, era soldado y un coche bomba estalló a dos metros de él.
¡Malditas sean las guerras! gritó ella antes de caer desmallada

Por fin llegamos al hospital, una comadrona se encargó de Anna, supongo que todo fue bien........yo volví al asfalto.

EL PRIMER PASAJERO

EL PRIMER PASAJERO

Era mi primer día con el taxi. Normalmente un joven novato como yo se hubiera enfadado mucho si le hubieran designado un turno tan malo como es el de la madrugada, pero eso a mi me gustaba. La noche me apasiona, bueno, la noche y todo lo que ella entraña, quietud, oscuridad......
Desde la emisora escuché: ¡Tu, nuevo! ¡Acude a el cruce entre la quinta y la septima! ¡Es urgente!
Al llegar a mi destino había una joven apoyada en una farola: Perdone señorita a pedido un taxi, dije. ¡Si! Por favor, necesito llegar al hospital más cercano, ¡¡¡voy a parir en la calle!!!
La chica estaba completamente empapada, tenía el pelo completamente mojado. ¡Corra se lo ruego! Dijo la chica.
Con mucha rapidez empecé a recorrer las calles. Para que los demás conductores me dejasen paso saqué un pañuelo por la ventana, pero desgraciadamente hoy en día eso no importa mucho, no solemos mirar por el retrovisor.
¿Cómo te llamas chica?? A usted que le importa, simplemente conduzca. Bueno, bueno, no se ponga así, sólo quería interesarme, respondí. Lo siento, es que éste no es el mejor momento para hacer amigos......me llamo Anna.
Por desgracia para mi nueva pasajera habíamos topado con un pequeño atasco, ello no ayudó a que la pobre Anna se tranquilizase. ¿Qué hace una chica en tu estado sóla? Debí haber pensado aquella pregunta mejor, pero siempre me tengo que meter en las vidas ajenas.....

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TAXINSIDE

La noche ha envuelto a la gran ciudad, y la oscuridad es ahora la protagonista. Las calles están silenciosas cualquier cosa es posible. Me llamo Jack y voy a ser tu conductor por esta noche. He escuchado miles de historias, reales y fantásticas, felices y dramáticas, pero sobre todo he escuchado vidas, esas son las verdaderas historias. Sube, y si te apetece cuentame la tuya.