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Saber/Creer

Defensa del realismo ingenuo. 1ª parte

Mientras el realista ingenuo sostiene que cuando vemos un objeto y sus propiedades, en condiciones normales, es precisamente eso lo que vemos, el representacionalista dice que son "ideas", imágenes" o "representaciones" que están en lugar de los objetos.

Parte del hecho de la existencia del mismo contenido mental en casos de percepciones ilusorias y percepciones "verídicas". De ahí concluye que lo que la mente contempla no es el "objeto" externo a la mente, aunque pueda admitir, como hacen la mayoría de ellos, que existe una relación causal entre una y otra cosa.

Pero existen consecuencias lógicas, ciertamente problemáticas, de aceptar que no "vemos" nunca objetos externos a la mente. Si nunca percibimos objetos externos, ¿ cuál es la razón para sostener que existen tales objetos externos de manera independiente a nuestra mente y que nuestros perceptos son causa de ello?. Ninguna, reponen algunos, que se ven por ello autorizados lógicamente a concluir que no existe nada externo a la mente, incluyendo, si llevamos todo esto a sus últimas consecuencias lógicas, otros seres que uno mismo.

Como dije en el anterior artículo, la principal objeción es que nuestras percepciones no dependen de nuestra voluntad. Podemos imaginar, pero eso no equivale a percibir. Uno no percibe el brillo del Sol a voluntad o lo puede hacer desaparecer de su mente. La percepción de ese brillo va invariablemente unida a determinadas condiciones que pueden explicarse de manera sencilla si aceptamos que un objeto externo a nuestra mente es la causa de esa percepción. Suprimimos esas condiciones y la percepción desaparece, introducimos de nuevo las circunstancias anteriores y la percepción retorna, por muy intensamente que nuestra mente se niegue a ello. Así, no consiste nuestra objeción solamente en negar convicción, como hace Hume, a la idea de que los objetos aparecen dirigiendo nuestra atención mental a ello y desaparecen cuando los olvidamos, sino en afirmar que nuestras percepciones se producen a pesar de no pensar en ellas o negarnos a dirigir a ellas nuestra atención y que ello precisa de una explicación que, en el caso de postular una relación causal con objetos externos a nuestra mente, obtenemos de manera sencilla.

Pero queda la cuestión cerca de que no "vemos" objetos, sino ideas o representaciones de los objetos en nuestra mente. Me parece muy complicada la generalización de esta idea. Sostiene el representacionalista que el realista ingenuo toma las imágenes mentales de los objetos como los propios objetos. Pero eso no es exacto. Lo que el realista sostiene es que esa imagen es "fiel" al objeto. Que la percepción se refiere al objeto, y no a imágenes o representaciones mentales.
Y es que esa es una consecuencia explícita del representacionalista. Este asegura que no tenemos acceso directo al objeto o sus propiedades, sino a ciertos constructos mentales causados por aquellos. De ahí que dude de nuestro acceso a la realidad.

Difícilmente puede el representacionalista explicar como adquirimos la idea de esfericidad o como esa idea se "parece" o "representa" a la esfericidad del objeto real, si considera que esa idea no procede de objetos con propiedades esféricas. También puede considerarse a Kant un representacionalista puesto que admite la existencia de la "cosa en si", objetos externos a la mente, pero que solo podemos acceder a sus "apariencias", propiedades, aunque su idea acerca de que el "espacio" es un aspecto de nuestra sensibilidad tiene un claro aire idealista.

Todos los representacionalistas parten de la existencia de las ilusiones y las alucinaciones para sostener sus afirmaciones.

Las ilusiones parecen mostrar claramente que las características relevantes percibidas difieren de las que la realmente se encuentran el objeto, son claramente subjetivas, y no hay nada que garantice que en el caso de las percepciones que consideramos verídicas hay algo distinto. Este argumento ha tenido y tiene gran peso, recordemos que Einstein y Eccles, entre otros, lo siguieron fielmente. Y Rusell, al menos durante gran parte de su vida, hizo lo mismo, proporcionando el ejemplo de la nebulosa.

Uno de los ejemplos más famosos es el de Hume respecto a la mesa que cambia de tamaño conforme nos acercamos o alejamos de ella. Puesto que la mesa "real" no cambia de tamaño, debemos concluir, decía Hume, que no percibimos directamente la mesa, sino una imagen de ella y que es esta la que cambia. Nuestro acceso a través de la percepción se refiere a representaciones, no a propiedades de los objetos.

Por tanto, la hipótesis del realista de sentido común o ingenuo, debía desecharse. En su día, Thomas Reid contestó a Hume, del que era contemporáneo, y lo seguiremos en parte a partir de ahora.

Reid escribió que no era legítimo, contrariamente a lo que los representacionalistas hacían, afirmar que no vemos la verdadera mesa porque la "verdadera" mesa no cambie en realidad de tamaño y así se lo parezca a nuestros ojos y mente. Según Reid, la hipótesis realista recogía ese hecho integrándolo en su modelo hasta el punto de que, de aceptar que vemos realmente la mesa, esa variación de tamaño es justo lo que cabría esperar. Lo que en realidad ocurre es que vemos la mesa más lejana, y las leyes de la perspectiva incluyen un "aparente" cambio de tamaño en ese hecho. En ningún momento dejamos de ver la mesa, ni siquiera si se convierte en un punto conforme nos alejamos. Es cierto que quién la contemplara así desde el principio, como un punto, precisa de alguna inferencia, pero sin duda, quien vio la mesa desde el principio sigue viéndola. Nunca pasó de ser una mesa a ser un punto. Nuestros ojos son incapaces de distinguir esa mesa como algo más que un punto, pero en ningún momento hemos dejado de ver la mesa y hemos pasado a ver un punto. Si lo que le ocurre a nuestra visión de la mesa es justo lo que debe ocurrirle de ser la mesa real, ¿cómo va a constituir eso mismo una prueba de que no vemos una mesa real o sus propiedades?.

En el ejemplo de Rusell respecto a la inferencia necesaria para que el astrónomo pase de ver una niebla luminosa a establecer que se trata de muchas estrellas, puede aplicarse lo mismo. Cuando el astrónomo dice que aquello en realidad son estrellas, usa su anterior visión de una estrella y hace una inferencia basada en su visión aceptando que en determinadas circunstancias, un objeto real tendrá ese aspecto como consecuencia de las características del mundo real. Rusell se apoya para establecer que la nebulosa es un gran grupo de estrellas en observaciones científicas de distinto tipo, y se supone que todas ellas son ínter subjetivas y respecto del mundo real con el que comparar esa nebulosa.

Ni Hume ni Rusell (ni Einstein, ni Eclees) consideran que en un momento determinado dejamos de ver una mesa y pasamos a ver un punto, pero se apoyan en ello para decir que, puesto que lo que vemos en la lejanía es tan diferente de nuestro concepto de una mesa, o de un grupo de estrellas, todo lo que vemos durante todo el tiempo es una imagen mental. Pero parece mucho más razonable, apoyándonos en las leyes naturales, pensar que es al revés, que todo lo que vemos durante todo el tiempo es una mesa.

Como sobre esto escribió Reid en su día, es importante comprender
que lo que el representacionalista dice es algo muy diferente a una mera descripción de las operaciones mentales, que el realista acepta y estudia con sus peculiaridades. Mientras que el realista dice que esas operaciones mentales se refieren a los objetos, aquellos deben probar su afirmación de que lo percibido no son objetos directamente o sus propiedades, sino ideas o representaciones de aquellos y que es sobre esas representaciones sobre las que opera la mente, a partir de inferencias y otros recursos. Lo que está en discusión no es el recuerdo, la imaginación o la percepción, sino aquello que es percibido, imaginado o recordado, que en el caso del realista se refiere a objetos y en el de los representacionalistas a ideas o representaciones. En ellos recae la carga de la prueba de la existencia de esos entes.

Las ilusiones no prueban en ningún modo que existan esas representaciones, nuevos entes que no se siguen de la meras peculiaridades de las propiedades de nuestros órganos sensoriales. Cabría preguntar si estamos siendo ingenuos o si son ellos los que resultan temerarios.

Parece como si en todo esto, fueran los representacionalistas los que confunden ingenuamente la percepción con la experiencia sensorial subjetiva, al tomar esta última como modelo de aquella, como en las alucinaciones.

Seguira...

Contra el realismo ingenuo

“En tanto el realismo ingenuo era sostenible, la percepción era conocimiento de un objeto físico, obtenido a través de los sentidos, no por inferencia. Pero al aceptar la teoría causal de la percepción, nos hemos comprometido con la idea de que la percepción no nos proporciona conocimiento inmediato de un objeto físico, sino, en el mejor de los casos, un dato para la inferencia.” (Bertrand Rusell, Análisis de la materia)

Realismo ingenuo. Probablemente, se trata de la única doctrina filosófica con nombre peyorativo. Como Rusell dice en esta cita, ser hoy en día un “realista ingenuo” se ha vuelto difícil. Pocos científicos, menos psicólogos y casi ningún filósofo están hoy en día decididos a intentar una defensa del realismo ingenuo, del sentido común, en definitiva. Hoy en día andan en boga ciertos vestigios de la teoría representacional de la percepción. Aunque pocos extraen consecuencias como las de Berkeley u otros de la percepción, casi nadie se atreve a sostener que “vemos” objetos físicos, o que los oímos. Nuestra percepción, nos dicen, “construye” la realidad, debemos abandonar la idea de que nuestros sentidos nos proporcionan un registro del mundo real. No hay casi ya realistas ingenuos, pero al menos, no abundan tampoco los idealistas. Aunque haberlos, haylos. Este que escribe es uno de esos ingenuos realistas. Veamos un poco la historia de todo esto.

El realista ingenuo piensa que cuando olemos, saboreamos o vemos algo estamos oliendo saboreando o viendo un objeto físico.

El crítico recurre a las ilusiones y a las alucinaciones para comenzar su crítica.

Si introducimos un palo en el agua, vemos que el palo aparece como quebrado. Si sufrimos un espejismo, vemos agua donde no la hay. Si miramos una mesa y nos alejamos de ella, la vemos encoger de tamaño. Si alguien sufre una alucinación en la que un objeto flota en el aire, el sujeto vería ese objeto ante sí.

El contenido mental de todas estas experiencias es indistinguible del que tendría si el palo estuviera realmente quebrado, tuviéramos agua delante, la mesa encogiera o el objeto flotara realmente. Por tanto, nos dicen, lo que percibimos es algo interno a la mente, en el mejor de los casos, causado por objetos externos. Existe una relación causal entre los objetos existentes en el mundo y nuestra percepción, pero los objetos de esta, son “objetos internos” de la mente, “representaciones” de los objetos externos. La forma más moderada de esto es sostenida no solo por filósofos, Eccles, Rusell o Einstein son ejemplos de científicos que comparten esta “visión”, que, como decimos, es mayoritaria hoy en día. Para ellos, nuestros sentidos nos aportan “datos” que la mente procesa y construye o, mejor, reconstruye ese objeto en una inferencia.

Descartes y Locke llevaron todo estos argumentos basados en las ilusiones a todo el campo de la actividad intelectual, todos los objetos del pensamiento son internos. La forma original de concebir la teoría de representación por parte de estos filósofos ya ha sido superada, especialmente su explicación de la relación causal entre los objetos y la mente. Pero su influencia, como decimos, permanece bien sana.

Berkeley llevó todo esto hasta sus últimas consecuencias lógicas. Se preguntaba cómo podemos estar seguros de que nuestras percepciones están causadas, después de todo, por objetos externos a la mente. Ya el propio Locke vio las dificultades de su teoría representacional. ¿Cómo podía estar seguro de que la idea o representación en su mente de un caballo se parece a un caballo si, según su propia teoría, nunca había “visto” realmente un caballo?

Berkeley razonó más o menos así: si los seres humanos son solo conscientes de sus propias ideas y no puede contemplar nada “real”, todos los objetos son obras mentales, y no hay razón para pensar que existe nada fuera de la mente. Que exista una relación causal entre los objetos reales y nuestras percepciones es un argumento que no se sigue de la teoría representacional. De ahí al solipsismo solo hay un pequeño paso, igualmente consistente desde el punto de vista lógico con la teoría representacional. Berkeley era consciente de la primera dificultad que algo así nos presenta. Ver la luz no depende de nuestra voluntad, oír un estruendo es algo que, en algún sentido, se nos impone. El realista (ingenuo, supongo) alegará que suena absurdo afirmar que las cosas dependen de una mente que las perciba, y que, cuando deja de pensar en ellas, desaparecen. El sonido, la luz, los árboles, si dependieran de nuestra mente deberían desaparecer cuando un sujeto consciente aparta su atención sobre ello. Berkeley propuso su solución: hay una mente que nunca deja de pensar en esas cosas, Dios. Dios, su mente, se ocupa de que todo siga ahí disponible para nuestra percepción de lo que creemos existente.

Hume dijo que Berkeley tenía unos argumentos lógicamente impecables, pero nada convincentes.

El propio Hume admitía la teoría representacional y atacó duramente el realismo ingenuo sobre la base de las ilusiones. Según decía, no tenemos argumentos para razonar que nuestras percepciones son causadas por objetos externos a la mente, pero que nos vemos forzados a aceptarlo. Con sus propias palabras, es un asunto demasiado importante para que la naturaleza lo deje a nuestros razonamientos. Podemos, dice, Hume, preguntarnos por las razones que nos llevan a pensar que existen tales objetos, pero su existencia debemos darla por supuesta. Hume es realista pero, por oposición al llamado ingenuo, se caracteriza como realista crítico.

En principio, Kant mantuvo una postura parecida: existen objetos exteriores a la mente pero solo conocemos sus “apariencias”, nada de lo que es la “cosa en sí” nos resulta accesible. Kant llama la atención sobre la dificultad que plantea pensar, como hace el realista ingenuo, que los objetos son totalmente independientes de nuestra mente, pues de ser así, dice, nuestras experiencias serían iguales con objeto como sin él. La novedad de Kant (además de su peculiar forma de nombrar: “cosa en si” y apariencias”) es la de introducir que incluso las propiedades primarias de los objetos están relacionadas con nuestra sensibilidad, principalmente el espacio.

El peso del argumento a partir de las ilusiones y las alucinaciones es enorme y ha influido, como decimos, hasta nuestros días. Como en las ilusiones antes mencionadas, cuando percibimos cosas que realmente no están ahí, la experiencia es exactamente la misma que cuando pensamos que hay objetos que causan nuestra percepción. Podemos percibir segmentos como de desigual longitud cuando, en realidad, son iguales, u otros objetos como de distinto tamaño siendo ambos del mismo tamaño, o incluso percibir como mayor el que es en realidad menor. Lo que nuestra mente contempla es distinto a lo que en realidad tenemos delante, es innegable. Las características relevantes en estos ejemplos son distintas en nuestra percepción y en la realidad, distinto tamaño, distinta longitud. En el caso de las alucinaciones esto se hace más patente, la mente percibe un objeto de manera indistinguible tanto en el caso de alucinación como en su ausencia. El partidario de la teoría representacionista concluye de aquí que las características que percibimos no pueden pertenecer al objeto, pues también se presentan sin ellos.

Hoy en día se sostiene que el realismo ingenuo se opone a los avances de la Ciencia. Rusell ponía como ejemplo la nebulosa contemplada en un telescopio por un astrónomo, que no percibe aquello como lo que es, un conjunto masivo de estrellas, sino como una niebla, y que el verdadero carácter de lo observado se obtiene por medio de una inferencia, lo que se percibe es distinto de lo real. Rusell extiende ese ejemplo a todas las observaciones.

Se dice también que si los humanos tuvieran los sentidos de otros animales, la realidad percibida sería muy distinta. Se dice que la mente humana no capta una imagen exacta del mundo, sino que, por medio de nuestros sentidos, “crea su realidad”.

Incluso se dice que los colores, o los sabores, o los sonidos, son “creaciones” del aparato sensitivo humano, y que la realidad se explica a partir de longitudes de onda, substancias químicas o vibraciones del aire u otros objetos.

A la vieja pregunta de si un árbol que cae en el bosque solitario produce algún sonido, algunos científicos responden que solo produce vibraciones, pero para tener un sonido, precisamos, por definición, de un órgano que recoja la sensación que tal vibración produce en un ser viviente.

A partir de todo esto, se abre la puerta para todo tipo de especulación, como la realidad del mundo onírico, “tan legítima” como la de la vigilia para algunos.

El realismo ingenuo sostiene que nuestras percepciones nos ponen en contacto con objetos del mundo real y sus propiedades a partir de los sentidos. Trataré, en un par de días, de dar respuesta a las objeciones que se presentan a esa visión en los argumentos que acabo de exponer, con la ayuda de otros ingenuos más capaces que yo.

Nuevas Normas del Castellano

En vista de la evolución del castellano en los últimos años, debido a las aportaciones realizadas por los jóvenes, la Real Academia de la Lengua dará a conocer, la reforma modelo 2004 de la ortografía española, que tiene como objetivo unificar el español como lengua universal de los hispanohablantes.

Será una enmienda paulatina, que entrará en vigor poco a poco, para evitar confusiones.
La reforma hará más simple el castellano, pondrá fin a los problemas de otros países y hará que nos entendamos de manera universal quienes hablamos esta noble lengua.

La reforma se introducirá en las siguientes etapas anuales:
Supresión de las diferencias entre c, q y k. Komo despegue del plan, todo sonido parecido al de la k será asumido por esta letra. En adelante pues, se eskribirá: kasa, keso, Kijote…
Se simplifikará el sonido de la c y z para igualarnos a nuestros hermanos hispanoamericanos ke convierten todas estas letras en un úniko fonema “s". Kon lo kual sobrarán la c y la z: “El sapato de Sesilia es asul".

Desapareserá la doble c y será reemplasada por la x: “Tuve un axidente en la Avenida Oxidental".
Grasias a esta modifikasión, los españoles no tendrán desventajas ortográfikas frente a otros pueblos, por su estraña pronunsiasión de siertas letras.

Asimismo, se funden la b kon la v; ya ke no existe diferensia alguna entre el sonido de la b y la v. Por lo kual, a partir del segundo año, desapareserá la v.
Y beremos kómo bastará kon la b para ke bibamos felises y kontentos.
Pasa lo mismo kon la elle y la y. Todo se eskribirá kon y: “Yébeme de paseo a Sebiya, señor Biyar".

Esta integrasión probokará agradesimiento general de kienes hablan kasteyano, desde Balensia hasta Bolibia.

La hache, kuya presensia es fantasma, kedará suprimida por kompleto.
Así, ablaremos de abas o alkool. No tendremos ke pensar kómo se eskribe sanaoria y se akabarán esas komplikadas y umiyantes distinsiones entre “echo” y “hecho". Ya no abrá ke desperdisiar más oras de estudio en semejante kuestión ke nos tenía artos.

A partir del terser año de esta implantasión, y para mayor konsistensia, todo sonido de erre inisial y se eskribirá kon doble r: “Rroberto me rregaló una rradio".
Para ebitar otros problemas ortográfikos, se fusionan la g y la j, para ke así, jitano se eskriba komo jirafa y jeranio komo jefe. Aora todo ba kon jota: “El jeneral jestionó la jerensia".
No ay duda de ke esta sensiya modifikasión ará ke ablemos y eskribamos todos kon más rregularidad y más rrápido rritmo.

Orrible kalamidad del kasteyano, en jeneral, son las tildes o asentos.
Esta sankadiya kotidiana jenerará una axión desisiba en la rreforma; aremos komo el inglés, ke a triunfado universalmente sin tildes. Kedaran ellas kanseladas desde el kuarto año, y abran de ser el sentido komun y la intelijensia kayejera los ke digan a ke se rrefiere kada bokablo. Berbigrasia: “Komo komo komo komo!”

Las konsonantes st, ps o pt juntas kedaran komo simples t o s, kon el fin de aprosimarnos lo masimo posible a la pronunsiasion iberoamerikana.
Kon el kambio anterior diremos ke etas propuetas okasionales etan detinadas a mejorar ete etado konfuso de la lengua.
Tambien seran proibidas siertas konsonantes finales ke inkomodan y poko ayudan al siudadano.
Asi, se dira: “¿ke ora es en tu relo?", “As un ueko en la pare” y “La mita de los aorros son de agusti".
Entre eyas, se suprimiran las eses de los plurales, de manera ke diremos “la mujere” o “lo ombre".

Despues yegara la eliminasion de la d del partisipio pasao y kanselasion de lo artikulo. El uso a impueto ke no se diga ya “bailado” sino “bailao", no “erbido” sino “erbio” y no “benido” sino “benio".
Kabibajo asetaremo eta kotumbre bulgar, ya ke el pueblo yano manda, al fin y al kabo. Dede el kinto año kedaran suprimia esa de interbokalika ke la jente no pronunsia.

Adema y konsiderando ke el latin no tenia artikulo y nosotro no debemo imbentar kosa ke nuetro padre latin rrechasaba, kateyano karesera de artikulo.
Sera poko enrredao en prinsipio y ablaremo komo fubolita yugolabo, pero depue todo etranjero beran ke tarea de aprender nuebo idioma resultan ma fasile.

Profesore terminaran benerando akademiko ke an desidio aser rreforma klabe para ke sere umano ke bibimo en nasione ispanoablante gosemo berdaderamente del idioma de “Serbante y Kebedo.”

Eso si:

Nunka asetaremo ke potensia etranjera token kabeyo de letra eñe. Eñe rrepresenta balore ma elebado de tradision ispanika y primero kaeremo mueto ante ke asetar bejasione a simbolo ke a sio korason bibifikante de istoria kastisa epañola unibersa.

Con cemento en la cara: Nuevas (nuevas) caras en el cemento de Bélmez

Alguien debe haber pensado: “ si se trata de caras duras o de cemento, yo tengo de ambas cosas las que hagan falta”

El caso es que, como informa EL IDEAL , las casas con caras de cemento se multiplican, aunque no se sabe bien si es debido a un efecto “gestáltico”, “parapsicológico”, “económico” o de otro tipo.

Con tanta novedad, al final se tendrá que retrasar el dossier sobre Bélmez que va a acompañar el comunicado a los medios y que ayer ofrecí para firmar aquí mismo. De momento parece que son 15 las nuevas casas de acogida de caras duras. Pero como no se sabe aún la causa de la aparición de tanta nueva cara, tampoco se puede saber cuantas caras duras potenciales tenemos que contar.

De momento, Pedro Amorós ya ha prometido investigar. No sabemos, por que no lo dice, si el resultado de las caras nuevas afecta las originales o a las descubiertas por el mismo Amorós en la casa natal de la fallecida propietaria de la casa original, que es, además, miembro de honor de la SEIP, sociedad que a su vez preside el propio Amorós, aunque en este caso el honor ha sido puesto últimamente en duda sobre la base de la información ofrecida por Mauricio en su "El retorno de los charlatanes"

De momento parece que la metodología SEIPera permite hacer lo que se prohibe a los mortales comunes. Amorós ya adelanta posibilidades, como la “gestáltica” hipótesis, sin necesidad de cumplir con las condiciones que exige para ello a los demás: formarse opiniones sin ver las caras nuevas, duras, cementeras, gestálticas o lo que demonios sean.

Evoluciones.

Un recurso habitual en los argumentos paranormales en general, sobre todo de tipo esotérico, habla de la evolución de la mente, del ego, del alma o de cualquier concepto similar.

Suele acompañarse de una analogía con la evolución “del cuerpo” explícita o implícita, de modo que la existencia de una evolución biológica se considera suficiente para argumentar la mental o “espiritual”. En cualquier caso, parace que es la Teoría de la Evolución la que de algún modo inspira tanto el concepto como la terminología de esos razonamientos. Y desde aquí se parte hacia la construcción de una cosmogonía más o menos coherente con ello.

Me parece algo ilegítimo incluso en el caso de su uso como simple analogía ilustrativa.

Las condiciones para que la evolución opere son, básicamente, la existencia de reproducciones, la de variación- por error de copia- en ellas, que el número de esas reproducciones sea superior al soportable por el sistema que las acoge, y algún tipo de presión selectiva, bien sea la mera competencia por los recursos, bien cambios ambientales, etc.

Sobre esto se puede deducir una primera diferencia, fundamental a mi entender, y es que no evoluciona el “cuerpo”. La evolución es respecto a la especie. Se trata de dos cuerpos distintos- como mínimo- y decimos que se ha producido evolución desde el momento en que la “copia” resultante contiene diferencias respecto al original y ello en el caso de que se acumulen en número suficiente y en el suficiente número de copias para hacerlas relevantes respecto a la especie original.

Nada de esto se encuentra en la presunta evolución “espiritual” o de conciencia. No digamos ya de la falta de generación de copias a partir de un original- de almas “hijas”-, de la de la existencia de errores de copia, de la dificultad de introducir una presión selectiva en el “ambiente” sobrenatural, etc.

Al parecer, se quiere expresar un concepto distinto a este. Lo que parece querer significarse es algún tipo de cambio en “el alma” a través de la experiencia vital o del “paso a otro nivel de existencia”.

Pero para eso ya existen términos como “desarrollo” o “aprendizaje” que se refieren a los cambios operados en un sujeto concreto.

¿Por qué, entonces, el uso del término “evolución” en semejante contexto?

En mi opinión, debido a la falsa impresión de que el mero uso de terminología ampulosa e incluso científica confiere algún tipo de veracidad a lo propuesto.

Llamamiento racional

INVITACIÓN - RECOGIDA DE FIRMAS

"El mayor misterio de la parapsicología."

"Un enigma sin explicación racional."


Frases así han abundado últimamente en los medios de comunicación acerca del caso supuestamente paranormal de las caras de Bélmez, tanto las nuevas como las ya antiguas. En ningún caso se dio al público una información alternativa y crítica ni una opinión escéptica y racional a pesar de que es muy fácil hallarla.

La falta de espacio en los medios para la información racional sobre los falsos misterios y la pseudociencia provoca la desinformación y deja el terreno abonado para el abuso de charlatanes, vividores y timadores. Incluso cuando sus fraudes y mentiras han sido descubiertos siguen siendo promocionados desde los medios de comunicación. El espectador se encuentra así desinformado y manipulado por una especie de "monopolio mediático del misterio" cuyos contenidos no puede juzgar con libertad.

Quieres contribuir a un llamamiento a los medios para que abran sus puertas a otras explicaciones y visiones de estos sucesos? Lee el comunicado al respecto y únete a él con tu nombre y DNI en:

http://www.ipetitions.com/campaigns/belmez2004

Este comunicado estará acompañado de un dossier que se está preparando sobre el tema y se enviará a todos los medios de comunicación españoles el día 20 de noviembre, por lo que te agradeceremos que, si deseas firmarlo, lo hagas de inmediato.

Manuel Capella, inconsciente.

En un artículo de Manuel Capella, vicepresidente de la SEIP, titulado “El sabio que llevamos dentro”, hay algunas afirmaciones que pretenden ser una explicación de algunso aspectos del mundo natural y que, por tanto, cae de lleno en el terreno de la Ciencia. El artículo sorprende por algunas afirmaciones respecto a procesos involuntarios que compartimos con los animales y que Capella asigna a un “sabio” interior, que identifica con el subconsciente.

La razón aparente que le lleva a proponer la existencia de un sabio es la, según él, necesidad de efectuar ciertos cálculos muy precisos para que esos procesos se produzcan.

Lo hace casi automáticamente, mientras los grandes matemáticos del mundo, los químicos más famosos tardarían años en resolverlo. Es como uno de esos "calculadores prodigiosos". Y ésta no es más que una de las muchas tareas que hace para nosotros cada día. Un trabajo que realiza cotidianamente para ti, sin ningún esfuerzo.

El artículo empieza con estas preguntas:

Sabrías decir la cantidad de agua que debes beber para neutralizar el exceso de sal, después de una comida? ¿Cuánta perdemos por transpiración mientras practicamos cualquier tipo de deporte? ¿Y las horas que necesitas dormir para reponer las fuerzas gastadas durante el día?

Al parecer, Capella piensa que la sede del control de los mecanismos del sueño y la sed es el mismo. Y no solo de estos:

Él resuelve los complejos procesos de la digestión, asimilación, eliminación y las secreciones glandulares, que pondrían a dura prueba el saber reunido de todos los químicos y laboratorios de la tierra. El estableció el crecimiento de nuestro cuerpo y lo va construyendo desde la infancia hasta la muerte. Lo repara, lo opera; tiene un poder prácticamente ilimitado, no sólo para proporcionarnos y mantenernos en un buen estado de salud, sino para orientarnos en cada instante de duda. La nutrición, la eliminación, todas las secreciones y excreciones, la función de nuestro corazón de los pulmones, la vida de todas las células, sus transformaciones y evoluciones, todas estas funciones están bajo el control total de nuestro subconsciente.

Capella elimina de una sola parrafada los estímulos corporales que explican por sí mismos todas esas funciones. Ahora se trata de un sistema único y centralizado que controla todo el organismo y sin cuya acción positiva moriríamos y que es, al mismo tiempo, responsable de la solución de nuestras dudas. Cuando usted cree estar decidiendo un curso de acción sopesando todos los aspectos relevantes, su sabio entra en acción haciendo de su pensamiento una ilusión.

Cabría interpretar que Capella se permite una licencia y que solo quiere decir que esos procesos son involuntarios, inconscientes en ese sentido. Pero parece desmentirlo que, para Capella, otras tareas del mismo “sabio” serían estas:

Puede ver sin ojos y percibir por intuición.
Tiene el poder de comunicarse con los demás sin la ayuda de la palabra.
Nos revela cosas de las cuales nuestro consciente no tiene la más mínima idea.
Se da cuenta de cosas que no son visibles al ojo normal.
Nos advierte de la proximidad de un peligro.
Soluciona cuestiones vitales importantes, mientras dormimos. Es lo que habitualmente hemos llamado "consultar con la almohada".
Aprueba y desaprueba (a veces para desazón nuestra) una línea de conducta que hemos adoptado.
Cura nuestro cuerpo y nos mantiene en buen estado de salud, si le animamos en ese sentido.
¿Y porqué no? Nos informa de otras realidades, nos comunica con otras dimensiones y conoce las respuestas de casi todas las cosas.

Al parecer, incluso la conciencia ética es subconsciente para este hombre. Respecto a la última frase, resulta muy reveladora de cierta forma de pensar ese “ ¿Y por qué no?. Mientras algo no sea imposible, mientras exista la posibilidad teórica, estas personas se siente legitimadas no ya para afirmar que es cierto, sino para fundamentar sobre ello “terapias” No debe sorprender que Capella afirme que el subconsciente “conoce las respuestas de casi todas las cosas”, en otro lugar del mismo artículo dice:

En resumen, es una fuerza todopoderosa que actúa por y para nosotros.

Y ya hemos visto antes referirse a ello afirmando que:

tiene un poder prácticamente ilimitado

Como Capella afirma que controla el crecimiento de las células y su comportamiento, hemos de suponer que todos los seres vivos tienen su correspondiente “sabio”. Los seres unicelulares tienen un subconsciente, también los árboles, los champiñones y todo aquello que tenga un funcionamiento complejo, si a eso vamos.

Supongamos que una persona pierde sus funciones cerebrales o que durante una intervención quirúrgica futurista se extrae el cerebro a una persona. No hay razón para preocuparse, el subconsciente sigue ahí velando por nosotros, puesto que la mayor parte de los sistemas y subsistemas de su cuerpo siguen funcionando.

Cuando usted siente la boca seca y, por tanto, sed no es, como se viene diciendo, debido a que las glándulas salivares simplemente estén efectívamente secas, se debe, según este artículo a que su “sabio” interior, el mismo que le conecta con “otras realidades” y le dice que matar esta muy mal, le avisa que debe beber exactamente cierta cantidad de agua. Y es el mismo mecanismo el que aconseja a sus células cuando dividirse, el que dice a su perro cuando parar de correr, el que decide que espermatozoide entrará en el óvulo y cual será la combinación genética del gameto. Un verdadero “sabio”.

Manuel Capella

El artículo

SEIP

Las diabluras de Miguel Blanco.

Miguel Blanco es el director de uno de los programas más veteranos de la radio española con temáticas paranormales, Espacio en Blanco. Su especialidad parecen ser "los dioses". Aunque no queda claro a que se refiere con esa expresión. Parece algo en la línea de los visitantes extraterrestres de Daniken. Aunque, como la mayoría de sus colegas, defiende y difunde cualquier cosa con tal de que suene a misterio.

El caso es que en la página de su programa de radio hay una referencia biográfica en la que una frase dice así:

"Entre sus logros se cuenta que ha sido el único blanco que ha visto UN DIABLO en HAITI y ha vivido para contarlo (casi se muere)."

El propio Blanco ha repetido en muchas ocasiones esa historia, sin muchos más detalles, contribuyendo a mantener la atmósfera de misterio en torno a ese caso, y en numerosos programas de televisión y radio en los que participa como invitado así como en medios escritos se hace referencia a ese hecho como una especie de hazaña insólita que le confiere, de alguna manera, un manto de investigador audaz en el mismo territorio del misterio.

Puede pensar quien oiga o lea esta frase que Blanco se enfrentó a las oscuras fuerzas diabólicas en un duelo singular o que algún representante del mundo infernal se sintió suficientemente ofendido o curioso por este "investigador" como para sentir la tentación de presentarse desnudo de disfraz ante el valeroso periodista.

La verdad es que Blanco simplemente asistió a un espectáculo de los muchos que se organizan en Haiti para impresionar al turista y obtener unos dineros. Unos años después el propio Blanco volvió, junto a Manuel Carballal, a Haiti y volvieron a la misma casa en la que Blanco tuvo su primer "encuentro" con aquel diablo para un reencuentro con el diablo ocho años más viejo. Pero en esta ocasión la evidencia del fraude no escapó a ninguno de ellos. En el mismo lugar del encuentro de Blanco ocho años antes, con los mismos elementos y el mismo diablo, aunque oficiando el sobrino del anterior "convocante", al parecer heredero del negocio familiar. Incluso la ambientación se repite, consistente en una mujer que sale con la cara de espanto de la sala en la que los incautos van a entrar en ese momento a conocer al "diablo". ¿Y por qué iba a cambiar, si todo un periodista europeo se encargó de difundir lo "genuino" de su espectáculo? Según cuenta él mismo, muchos europeos acudieron atraídos por el relato de Blanco.

La historia completa la cuenta el propio Carballal en
esta página .

Además de comprobar que, en el mejor de los casos, Blanco es de una ingenuidad casi inigualable, podemos ver que ni fue el único en "enfrentarse" a aquél diablo, ni tampoco el primero ni el último y que esos rituales no son más que una fuente de ingresos para personas que carecen de otros o que encuentran en este una fácil y rentable. Tampoco queda demasiado oscura la razón de que Blanco sobreviviera al "encuentro".

Todo tiene explicación.

Respecto a la polémica sobre las caras de Bélmez, han aparecido algunos titulares en periódicos, mensajes en foros y listas de correo y en comentarios de todo tipo una frase que me resulta especialmente irritante:

“Los científicos no tienen explicación para las nuevas caras”

No es cuestión de entrar ahora en el caso concreto de Bélmez y sus caras, del cual se sigue hablando suficientemente.

Me interesa aquí la primera parte de la frase, especie de tópico repetido constantemente en relación con los supuestos enigmas paracientíficos. Este es un tema acerca del cual ya hablamos aquí hace unos meses.

Cuando se apela a esa supuesta falta de explicación por parte de los científicos se suele ofrecer otra explicación alternativa de carácter acientífico, como sugiriendo que existen explicaciones, pero que los científicos, dogmáticamente fieles a principios naturalistas, se niegan a aceptarlas y ni siquiera pueden imaginarlas.

Supone esto que todas las explicaciones pertenecen a la misma categoría general, asignando el rigor científico a prejuicios ilegítimos, prejuicios que desaparecerían "abriendo la mente" . Por tanto, existen explicaciones para todo y solo quienes son presa de prejuicios permanecen ciegos a ellas.

En cierto modo es cierto. Todo puede explicarse. Y los científicos, como todos, son capaces de imaginar una explicación. Pero sucede que eso es solo atendiendo a un significado del término explicación que no es correcto.

Una explicación ha de consistir en dar cuenta de las causas o motivos de algo. Para que una explicación merezca ese nombre ha de contar con una justificación. El movimiento del Sol, la Luna y el resto de cuerpos del cielo respondían a grandes rasgos, al modelo geocéntrico, pero si alguien mantuviera hoy en día que esa es la explicación de los movimientos de los astros en el cielo, lo tomaríamos por loco.

Y es que una explicación sin justificación no es tal, sino una especulación, una simple historia acerca de cómo pueden ser las cosas, no acerca de cómo son. A ese juego todo el mundo sabe jugar. Pero cuando uno se dedica a algo más que a dejar jugar la imaginación, cuando se exige rigor, no da “explicaciones” de ese tipo.

Homosexualidad natural.

Uno de los reproches más repetidos contra la homosexualidad es su pretendido carácter contranatural.

No siempre está claro que se quiere decir con ese reproche pero, en general, suele adoptar una forma que empieza con la afirmación de que no es posible encontrar ejemplos, o son muy raros, de animales que la practiquen como soporte para la afirmación de que la función del sexo es la reproducción, terminando por aducir que, en consecuencia, la homosexualidad es un vicio, una enfermedad o, en todo caso, una anormalidad.

Las prácticas homosexuales entre animales no son tan raras como se pretende. José Martins, responsable del proyecto 'Delfín Rotador', ha documentado las relaciones homosexuales entre los delfines de la especie Stenella longirostris, afirmando que son habituales en los dos sexos. Bruce Bagemihl, en su libro “Biological Exuberance” asegura que la homosexualidad ha sido observada en 450 especies, en todos y cada uno de los grandes grupos animales; es decir, desde las moscas hasta los elefantes.

Ambos investigadores coinciden en afirmar que los animales usan de prácticas cuyo único objetivo es el placer sexual y afectivo y que no llevan aparejada la función reproductora. En el caso de Martins, se ha documentado la estimulación del pene por parte de los machos y de las hembras, incluida la felación. Bagemihl muestra ejemplos de animales que se masturban, usan herramientas para el estímulo sexual, usan del control natal, provocan el aborto, cambian de sexo- tanto hermafroditismo como transexualismo- forman parejas homosexuales y practican la adopción.

Pero si no existieran esos ejemplos, de ser una práctica exclusivamente humana, la homosexualidad se uniría a aquellas que también lo son. Que no aparecieran ejemplos de homosexualidad en el resto de los animales no convierte necesariamente en contranatural la homosexualidad, en todo caso la convertiría en una tendencia característica de la naturaleza humana.

Pero lo más sorprendente de ese reproche lo constituye para mí que casí siempre lo exiben aquellos que al mismo tiempo reclaman la unicidad de la especie humana en superar las ataduras de la naturaleza, en ser los únicos capaces de vencer sus instintos y actuar en contra de los mismos. Para estas personas, enfrentar los instintos naturales, por el mismo hecho de hacerlo, tanto puede constituir una afrenta a la dignidad como una hazaña heroíca.

¿No son los mismos que hablan del valor que supone ser una minoría a la hora de sostener ciertos principios en contra de la tendencia mayoritaría de la sociedad? ¿Es un vicio, una enfermedad, o en todo caso, una anormalidad ser casto?

Citando a J.J. Benitez.

Las citas suelen ser peligrosas, pueden sacarse de contexto y ser usadas para hacer decir a su autor cualquier cosa, incluso lo contrario de lo que quiere decir. Pero también son usadas para ensalzar el valor moral o intelectual de sus autores, pudiendose dar el mismo efecto de descontextualización.

No puedo, por ello, pretender que estos comentarios a unas citas de J.J. Benitez sean más que una aproximación divertida al “pensamiento” de nuestro cazador de misterios. Como atenuante, puedo asegurar que ninguna de las citas las extraigo yo, todas ellas figuran en el sitio web del autor, en las páginas llamadas “Citas”, “Curiosidades”, “Preguntas y respuestas” y “Biografía”.

Al hablar sobre los objetivos de la serie “Planeta encantado” nos dice:

" La intención no es explicar los misterios, sino plantearlos de cerca."

Pero acerca de la razón de que la NASA suspendiera los proyectos tripulados a la Luna, tema del cual trata el capítulo de la serie conocido como el “Mirlo Rojo” nos dice:

" No puedo desvelar ahora lo que constituye uno de los episodios de 'Planeta Encantado." Mi información procede de una fuente totalmente fiable. A la luna no se ha vuelto desde 1972 por algo muy grave, que ha pasado inadvertido a la opinión pública."

En el citado capítulo, Benitez asegura que la explicación de este misterio- si, si, a pesar de la anterior cita, “explica el misterio”- es la contaminación ocasionada por la destrucción por parte de los americanos de unas ruinas de origen extraterrestre con el uso de ingenios nucleares. Lo que no muestra en ningún momento es la fiable fuente o cualquier otra prueba.

Y debiera ofrecerla, dado que alega que:

"Mis investigaciones siempre están basadas en hechos. Las teorías que puedan surgir son secundarias."

Como en este caso el “hecho” es bien conocido, la supresión del programa lunar por parte de la NASA, su “explicación” sería la teoría surgida, que debemos imaginar secundaria. Debe ser por eso que no muestra prueba o fuente concreta alguna, pues si la explicación es secundaria, las fuentes deben ser terciarias como mínimo.

Y eso a pesar de que las fuentes de Benitez suelen ser fiables. Vamos, que según nos cuenta, no parece que puedan serlo más:

" A Dios sólo hay que pedirle información. Respuestas. Ese es mi secreto y puedo garantizarle que siempre responde. Haga la prueba..."

Aunque, todo hay que decirlo, Benitez lo tiene más fácil que el resto, dados sus “contactos” con la Sagrada Familia:

"Es fanático, amigo y socio de Jesús."

Tiene Benitez otras fuentes igualmente familiares, aunque, desgraciadamente, fallecidas:

" En esas conversaciones con mi padre le pregunté, qué hay detrás de la muerte, cómo es la muerte física o si existe la reencarnación. Ninguna de mis ideas preconcebidas tenían algo que ver con lo que decía mi padre."

Así se explica que consiga sorprendentes conocimientos trascendentales sobre cuestiones tan importantes:

" La muerte es sólo un ascensor."

No piensen que Benitez no duda, de hecho:

"Entiendo que dudar es el estado óptimo del hombre. Las certezas no son aconsejables (al menos en este mundo). Los individuos más peligrosos y negativos son siempre fanáticos; es decir, los que se creen en posesión de la verdad. Invitar a la duda significa avanzar. Significa pensar por sí mismo."

Y, consecuentemente, duda, pero la resuelve con criterio riguroso:

" A lo mejor fué todo fruto del subconsciente; sin embargo, no lo creo, ha sido una experiencia tan intensa que me ha cambiado mi modo de ver el mundo."

Por cierto, ¿Pensaban que Benitez vivía de sus “investigaciones”? :

"J.J. Benítez está casado con Blanca su primer gran amor y vive de su segundo amor, la mar."

Y es que esas investigaciones son solo una misión que alguien, imagino que alguna de sus más importantes fuentes, le tiene asignado:

" Todo está escrito para mí. Nada es casual. Cuando terminé el primer libro comprendí que debía ofrecer el resto de la información. El éxito comercial fué posterior y secundario. De haber pensado únicamente en el dinero no habría dejado pasar tantos años, entre libro y libro (el Caballo de Troya 1 fue publicado en 1984). Entiendo que la vida de Jesús que se cuenta en los "Caballos" toca el corazón de las personas. Esa es la clave."

Y la investigación promete ser larga, ya que:

"Cada vez estoy más lejos. Soy aprendiz de casi todo y maestro de nada. Cuanto más investigo, menos sé."

Para terminar, una reflexión de Benitez sobre sus afirmaciones que comparto sin reserva:

"Cuando me escucho me doy risa." "

¿Democracia para todos?

Supongamos que un ciudadano entendiera que un reglamento de una institución de la que forma parte, es contrario a la ley o a determinados derechos. Supongamos que así lo manifiesta allá donde le escuchan y que invita a otras personas que piensan como él a que hablen en esa institución. Y supongamos que promueve una denuncia de tal reglamento ante alguna instancia judicial competente. Y que forma parte de una asociación legal que se dedica a difundir sus ideas.

Supongamos que otros señores piensan de manera contraria a este hombre sobre los mismos temas. Supongamos que esos señores se encapuchan e irrumpen en una sala en la que el anterior señor ejerce su función en la citada institución. Que interrumpen su actividad y le insultan, reparten propaganda en la que se acusa a ese señor de haber hecho exactamente lo que ha hecho y se pintan las paredes con consignas en las que se le tacha de enemigo del pueblo y se exige que se marche o se le destituya. Supongamos que los encapuchados se dirigen al despacho de ese señor en la institución en cuestión y sellan la cerradura y bloquean la puerta con tablas claveteadas.

¿Son legítimos y aceptables esos actos? ¿Solo los del primer ciudadano, solo los de los ciudadanos encapuchados? ¿Ninguno de ellos? ¿Tiene alguna importancia cual sea la idea defendida por ambas partes o por alguna de ellas para nuestro juicio?

Acabemos con las suposiciones, estos son hechos que han ocurrido realmente. El primer ciudadano es el profesor Francisco Caja , la citada insitución es la Universidad de Barcelona y los dos lugares concretos de esa institución donde ocurren los hechos es su el aula donde Caja está dando clases de Filosofía y su despacho en la universidad, respectivamente. El reglamento denunciado es el del uso del catalán en la Universitat Rovira i Virgili y la Universitat Pompeu Fabra.Las personas a las que Caja invita a conferenciar son Alejo Vidal-Quadras, Fernando Savater o Gotzone Mora. Los pasquines le acusan justamente de eso y las pintadas dicen cosas como esta: "Francisco Caja, enemic de Catalunya, enemic del català, fora feixistes de la Universitat".

Las (duras) Caras de Bélmez

La polémica sobre las llamadas Caras de Bélmez está muy viva. En los telediarios de casi todas las emisoras nacionales se ha tratado la cuestión, y de manera, como casi siempre, muy poco crítica. La última novedad se refiere a la aparición de nuevas teleplastias- este es el término que los vende misterios usan para referirse a las caras- en casa de una sobrina de María Gómez Cámara, la fallecida propietaria de la casa en que aparecieron los polémicos rostros originales, y en la que María vivió unos años durante su juventud.

Pedro Amorós, miembro de la SEIP es el “investigador” responsable de este nuevo descubrimiento. Y es responsable, al parecer, en un sentido muy directo.

Sobre Pedro Amorós y sobre sus mentiras ha escrito Mauricio José Swartz en su recomendable El Retorno de los Charlatanes .

En esta ocasión he sabido sobre la “hazaña” de Amorós en el nuevo hogar de las caras gracias a Gerardo, que en su bitácora Bajo el Volcán , nos ofrece un jugoso artículo al respecto.

Al parecer, Amorós participó en un experimento destinado a comprobar si la hipótesis de Francisco Mañez sobre una explicación ajena a fenómenos paranormales para las caras era viable. El experimento, en cuya realización participó Amorós de manera activa, obtuvo resultados positivos, hasta tal punto que, según Mañez, las “nuevas caras” aparecidas ahora no son ni más ni menos que aquellas obtenidas artificialmente en aquella experiencia. Pedro Amorós presenta como un misterio algo que él mismo ayudó a crear con métodos nada misteriosos.

Después de leer los artículos sobre Pedro Amorós en El Retorno de los Charlatanes, uno pensaba que no era posible aumentar la convicción acerca de la imperturbable solidez del rostro de este "investigador", pero, ¡demonios!, si, es posible.

Addenda

Mañez ha cambiado el final de su artículo suavizando sus declaraciones sobre las actividades de Amorós. Donde ahora dice " al parecer, Pedro Fernández y Pedro Amorós habían utilizado, casualmente, parte de mi método para fabricar teleplastias, obteniendo lo que era de esperar: Rostros semejantes a los de "la casa de las caras". , antes decía lo siguiente: A Pedro Fernández y Pedro Amorós les enseñé un método para fabricar falsas teleplastias, lo usaron y obtuvieron lo que se esperaba: Rostros semejantes a los de "la casa de las caras""

Conocimiento y certeza.

Resumiendo el anterior artículo:

El escepticismo filosófico radical afirma que no sabemos nada y que no podemos saber nada. Una de las formas que plantea su reto parte de la definición clásica del saber, la cual puede expresarse como creencia verdadera justificada.

De esa definición se sigue de manera natural que si la creencia es falsa, no puede llamarse saber.

Sobre esta base se construye el siguiente argumento, en el que la primera frase actúa como premisa y la segunda como conclusión:

"Si sabemos algo no podemos estar equivocados sobre ello"

"Si podemos estar equivocados sobre algo, entonces no sabemos ese algo"

Ciertamente, la conclusión se sigue de la premisa, luego el problema debe encontrarse en ella.

Y así es, la premisa es falaz porque no se sigue necesariamente de la definición de saber. Lo que la definición dice es que una proposición debe ser verdadera en el sentido de que debe rechazarse como saber toda creencia juzgada falsa. Está delimitando el terreno de las creencias que pueden llamarse saber a partir de un proceso de justificación.

De x sabe algo, se sigue que x no es falso, que debe sobrevivir como verdad, no existe necesidad de que sea una verdad garantizada. Implica un juicio en el que la constancia de que una proposición es falsa la descarta como saber, pero no pide garantías de verdad.

De ser así, tendríamos que aceptar algo como que aquél que sabe algo es infalible sobre ello, y nada autoriza a ello ni en sentido lógico ni en ningún otro a partir de la definición de saber. Y nadie considera que "conocimiento" e "infalibilidad" sean términos para el mismo concepto.

En resumen, de "x sabe algo", no se sigue lógicamente que la falsedad de ese algo sea inimaginable en cualquier circunstancia, a pesar de que la verdad de ese algo sea exigible.

La mayoría de escépticos han reconocido la falacia de ese argumento, pero aducen que el concepto de saber que se maneja habitualmente es demasiado laxo y debería incorporar la exigencia de certeza, de una garantía de verdad.

Se basan en la existencia de la posibilidad de error, pero no basta con una mera posibilidad teórica para negar que la Ciencia, por ejemplo, con todas las evidencias y argumentos que la favorecen, no proporciona conocimiento. Que exista la posibilidad de error no significa que exista el error. Si exageramos las condiciones del conocimiento nos encontraremos con que no podemos satisfacerlas, está claro, pero para que esa reforma del significado tenga sentido y no responda a razones arbitrarias, se debe justificar con algo más que la mera posibilidad teórica de error. Debemos dar buenas razones para esa exigente reforma del conocimiento y demostrar su viabilidad. No basta con definir de una manera contraria a la aceptada y comprobar que no se puede satisfacer. Parece más bien un truco.

La carga de la prueba queda, pues, en el lado de los escépticos radicales.

Sin sombra de duda.

Releyendo el artículo sobre la relación entre el saber y el creer compruebo que queda implícita una cuestión que constituye una discusión clásica sobre el saber y que sugiero en el último párrafo de aquél post.

La definición del saber en el artículo, en su relación con el creer, habla de creencia verdadera justificada. Esto lleva fácilmente a la conclusión de que el saber no puede estar equivocado.

Si algo se sabe, no cabe que no sea verdadero ese algo, pues, en ese caso, no puede llamarsele saber, que exige la condición de “verdadera” a la proposición en cuestión.

Descartes pretendió acabar con todo trazo de duda para componer sobre la certeza subsiguiente un verdadero saber, pues subscribía esta linea de pensamiento. De ahí su “cogito”. No interesa ahora el éxito o fracaso de su empresa.

Podemos resumir esto de la siguiente manera:

“Si sabemos algo, ese algo no puede estar equivocado”

“Si podemos estar equivocados sobre algo, no podemos decir que sabemos ese algo”

Propongo a mis (escasos) lectores que se pronuncien sobre esta proposición. Esta es una de las bases del escepticismo radical filosófico clásico. Advierto, aunque probablemente sea innecesario, que la aceptación de ese argumento tal y como se presenta supone un ataque contra el saber como lo concebimos. (Y esto no deja de ser una pista) Recomiendo la lectura del artículo sobre la relación entre el saber y el creer que enlazo más arriba.

En un par de días expondré la solución generalmente aceptada de este reto escéptico.

Coelho, insubstancial.

Paulo Coelho es un fenómeno de masas. Traducido a 56 idiomas, publicado en 150 países y con más de 54 millones de libros vendidos. A pesar de ello, sus seguidores más fieles mantienen que Coleho no es un mero fabricante de Best Seller's al uso. Se refieren a su estilo literario y a los contenidos de sus novelas, supuestamente depurado el primero y profundos los segundos.

No sé como alguien puede mantener en serio lo primero. Coelho es un autor de escritura fácil y de aún más fácil lectura. Sus primeros libros fueron publicados en España por pequeñas editoriales de muy poca tradición literaria. Publicó aquí primero en Obelisco, una pequeña editorial dedicada a libros de autoayuda tipo New Age y esoterismo. Después paso a Martinez Roca, especialista también en libros de ese tipo y en novela fantástica y de Ciencia- Ficción. Fué cuando conquistó el favor de cierto público cuando dió el salto a Planeta.

El contenido de sus libros está en consonancia con las especialidades de sus primeran editoriales en España. Siempre hay quien considera profundo un libro que habla de consciencias universales, de misterios sobrenaturales, etc., sea cual sea el trato que se le dispense desde el punto de vista racional, pero debe concederse que no son temas que preocupen a la moderna filosofía o a la ciencia o que muevan recursos estatales de importancia.

Quizá el más famoso libro de Coelho sea El Alquimista. El libro resulta casi infantil en cuanto a la profundidad de su argumento y la estructura de la narración, que repite estereotipos de esa clase de historias. EL libro cuenta la historia de un pastor de ovejas andaluz que viaja hasta las pirámides de Egipto en busca de un tesoro. Antes de llegar a su destino se encuentra con un mago que es capaz destilar el elíxir de la larga vida y ha fabricado la piedra filosofal, en forma de huevo, con cuya ralladura se puede convertir en oro cualquier otro metal.

Abundan frases que uno no cree que nadie considere más que simplezas e ingenuidades. Por ejemplo:

"Cada hombre sobre la faz de la tierra tiene un tesoro que lo está esperando”. Que muy pocos hayan encontrado algo así en la vida se explica, según el mago, porque "los hombres ya no tienen interés en encontrarlo".

Otro ejemplo, que causó que Butcher abandonara la lectura del libro es esta frase:

"Cuando deseas alguna cosa, todo el Universo conspira para que puedas realizarla"

Pero hay muchas más: "La vida quiere que tú vivas tu Leyenda Personal"; "Todo es una sola cosa"; "Existe un lenguaje que va más allá de las palabras"; "Dios escribió en el mundo el camino que cada hombre debe seguir: sólo hay que leer lo que Él escribió para ti"; "Cualquier cosa en la faz de la tierra puede contar la historia de todas las cosas".

Incluso llega a sugerir que la inmortalidad es algo a nuestro alcance. La obsesión con el misterio llega a extremos ridículos: "Era un día caluroso y el vino, por uno de estos misterios insondables, conseguía refrescar un poco su cuerpo". Pues si el hecho de que la ingesta de líquidos resulte refrescante es otro de los misterios insondables, apaga y vámonos. En la novela, incluso aparecen sueños que resultan premonitorios una vez interpretados ¡por una gitana que también le lee la mano al protagonista!

Contenido muy seductores para ciertas mentes, pero de muy dudoso valor intelectual y en una estructura narrativapropia de un cuento de hadas.

Puede aducirse que Coelho se limita a contar una historia en cuyos afirmaciones no cree, pero me parece dudoso. Coelho fué miembro de una secta satánica,practicó la wicca, hizo un viaje de iniciación por el Camino de Santiago para una “sociedad secreta católica” llamada RAM (Rigor-Amor-Misericordia) y ahora afirma haberse convertido al catolicismo, aunque impregnado de reminiscencias New Age. (Solo de pasada, un detalle de su biografía incluye varias reclusiones en un manicomio)

La mayoría de sus libros tiene el mismo esquema del héroe a la busqueda de un tesoro, físico o simbólico, que es puesto a prueba. En Once Minutos, un libro de temática pretendidamente realista, la cursileria de Coelho, disimulada en sus otros libros por las temáticas “espirituales”, aparece aquí en todo su esplendor: "Tiene un poco de mi sudor, de mi concentración, de mi voluntad, y ahora te lo entrego.”, “Tú tienes mi tesoro: el bolígrafo con el que he escrito algunos de mis sueños". Cuando un joven pintor invita a su enorme casa a la protagonista, esta hace una brillante deducción: "Debía de tener dinero de verdad. Si estuviese casado no osaría hacer aquello porque siempre había gente mirando. Entonces era rico y soltero".

Coelho es sin duda el típico fenómeno de ventas expicable por la sencillez narrativa y el atractivo que cierto aspecto de profundidad ejerce en mentes no demasiado exigentes en uno y otro sentido."

Que se mueran los feos.

Vivimos tiempos difíciles para los feos. Sobre todo porque ya no está nada claro quien es feo y quien no.

Antes uno era feo independientemente de su actividad o de su actitud vital. Uno podía ser feo y resultar atractivo o interesante. En realidad, uno podía estar seguro de ser feo si decían de él que era atractivo o interesante. Hoy en día la cosa se ha complicado.

Por ejemplo, uno ya no "es" feo, ahora "está" feo. Es una extensión de una cuestión médica y fisiológica. La gente no es gorda, está gorda.

De este modo, como uno puede elegir no estar gordo, también puede elegir no estar feo.

Otro ejemplo: uno no es viejo, está viejo. Podemos elegir no estar viejos.

Este descubrimiento ha sido admirablemente condensado en una frase que es un prodigio de la capacidad demostrada por la publicidad moderna para resumir filosofías (igualmente modernas): "No pesan los años, pesan los kilos".

Estás viejo y gordo porque quieres, amigo, puedes ser muy guapo, tanto como quien sostiene el producto anunciado en el spot publicitario.

Y para completar el círculo, la técnica proporciona la solución perfecta a problemas como puedan ser órganos faciales de dimensiones con medidas inapropiadas. O para órganos corporales de dimensiones escasas. Vamos, que puedes operarte la nariz, perfilar y engrosar tus labios, o ponerte unas tetas estupendas.

Por supuesto tampoco eres delgado, sino que estás delgado, "te falta masa muscular", para ser exactos.

La actitud positiva que conduce al nuevo estado perfecto se llama "ponerse en forma".

La resonancia médica de una frase así proporciona el antídoto contra acusaciones de ser una actitud frívola. No se trata de una mera cuestión estética, es por tu salud. Física y mental. La revolución del culto al cuerpo no necesita coartadas, lo pide el cuerpo.

Algunos detalles pueden ignorarse con elegancia. Por ejemplo, la obesidad se diagnostica a partir de ciertos parámetros con cierta tolerancia. Uno puede alejarse de su peso ideal en un sentido u otro y no padecer obesidad o padecer falta de tono muscular. O se desprecian con no menos elegancia recurriendo a que la actividad que conduce a la consecución del peso ideal proporciona, de algún modo, la actitud correcta desde un punto de vista psicológico de la salud. El pensamiento positivo es positivo el mismo, oiga.

El feo, en el nuevo sentido, es alguien que no tiene la actitud psicológica correcta y cuyos hábitos de vida perjudican la salud. El feo, señores, es culpable de su fealdad.

Tolerancia intolerable

La tolerancia, cuyo significado tuvo durante mucho tiempo una cierta carga negativa, se ha convertido hoy en uno de los valores- o virtudes- más apreciados por una parte de las sociedades occidentales. Muchas personas han hecho de la tolerancia un equivalente de la democracia, hasta el punto de considerar los aspectos políticos de un estado irrelevantes - o subordinados- comparados con los "niveles de tolerancia" mostrados por el mismo. "Hay que ser tolerantes" es la consigna a seguir. La tolerancia se considera la clave de la sociedad justa, de las relaciones internacionales productivas, de la lucha contra el terrorismo eficaz y éticamente aceptable, etc. Definirse como intolerante frente a cualquier hecho, actitud o doctrina es un pecado laico contra la sociedad progresista, independientemente de cuales sean esos hechos, actitudes o doctrinas.

Personalmente, encuentro esto contradictorio con la aspiración a una sociedad perfectible, y considero esa aspiración como la verdadera expresión de una actitud progresista.

La tolerancia es admitir la relatividad de todos o algunos aspectos de los actos y los pensamientos humanos. Aunque se exprese en la capacidad para convivir con actos y pensamientos distintos a los propios, se basa en admitir la legitimidad, en varios sentidos, de esos actos y pensamientos. Ser absolutamente tolerante supone el convencimiento de que nada es absoluto y de que nadie ni nada posee una verdad que no sea parcial o subjetiva.

Sin embargo, tal pretensión resulta auto- contradictoria, la tolerancia ilimitada aspira a ser una verdad y un valor absoluto al tiempo que niega que algo así pueda existir. Resulta más evidente si entendemos que la versión positiva se expresa de manera negativa como "intolerancia con la intolerancia".

Parece mucho más razonable admitir que existen algunas verdades y valores irrenunciables y que deben defenderse frente a quienes las amenazan, al tiempo que existen otros aspectos acerca de cuyo valor y certeza existen dudas y mostrarse tolerantes con ellos desde la asunción de esa realidad.

La tolerancia, más que un valor, es una actitud aconsejable en determinadas circunstancias, o en todo caso, un valor relativo a esas circunstancias, de tal modo que la intolerancia puede ser asimismo un valor respecto a circunstancias diferentes.

Así, la democracia y la actitud cívica progresista, en tanto aspira a una sociedad más justa considerándola perfectible, se define por asumir ciertas verdades y valores en ese camino de mejora y enfrentar sus amenazas, siendo intolerante con ellas, mientras muestra tolerancia- entiende como relativos y legítimos- otros valores y formas de afrontar la realidad en tanto pueden ser armonizados en el conjunto de valores y verdades asumidas por la sociedad como conjunto.

Escalofrio libre

Leí muy joven "1984" de Orwell, por entonces estaba deslumbrado por la ciencia-ficción y como tal se publicitaba ese libro. Incluso para una mente tan joven como la mía, el impacto fué tremendo. Recuerdo cuando, haciendo el servicio militar, llegó por fin la fecha, el año 1984. Pensé que, afortunadamente, nada de lo escrito por Orwell había ocurrido. No sé si todo el mundo estará de acuerdo en que la libertad sigue "libre".

Un fragmento especialmente ilustrativo de 1984, de Orwell:

"- ¿Recuerdas haber escrito en tu Diario: "la libertad es poder decir que dos más dos son cuatro"?

- Sí - dijo Winston.

O'Brien levantó la mano izquierda, con el reverso hacia Winston, y escondiendo el dedo pulgar extendió los otros cuatro.

- ¿Y si el Partido dice que no son cuatro sino cinco? Entonces, ¿cuántos hay?

- Cuatro.

La palabra terminó con un espasmo de dolor. La aguja de la esfera había subido a cincuenta y cinco. A Winston le sudaba todo el cuerpo. Aunque apretaba los dientes, no podía evitar los roncos gemidos. O'Brien lo contemplaba, con los cuatro dedos todavía extendidos. Soltó la palanca y el dolor, aunque no desapareció del todo, se alivió bastante.

- ¿Cuántos dedos, Winston?

- Cuatro.

La aguja subió a sesenta.

- ¿Cuántos dedos, Winston?

- ¡¡Cuatro!! ¡¡Cuatro!! ¿Qué voy a decirte? ¡Cuatro!

La aguja debía marcar más, pero Winston no la miró. El rostro severo y pesado y los cuatro dedos ocupaban por completo su visión. Los dedos, ante sus ojos, parecían columnas, enormes, borrosos y vibrantes, pero seguían siendo cuatro, sin duda alguna.

- ¿Cuántos dedos, Winston?

- ¡¡Cuatro!! ¡Para eso, para eso! ¡No sigas, es inútil!

- ¿Cuántos dedos, Winston?

- ¡Cinco! ¡Cinco! ¡Cinco!

- No, Winston; así no vale. Estás mintiendo. Sigues creyendo que son cuatro. Por favor, ¿cuántos dedos?

- ¡¡Cuatro!! ¡¡Cinco!! ¡¡Cuatro!! Lo que quieras, pero termina de una vez. Para este dolor."

Las dudas del escéptico.

Ya hemos hablado del escepticismo aquí y aquí .Y existe un documento bastante ilustrativo al respecto en la página de ARP-SAPC llamado Manifiesto Escéptico.

Pero quiero hablar hoy de otro aspecto del escepticismo que me ha surgido a partir de una conversación en The Cydonia Herald.

Se refiere a un malentendido según el cual el escéptico coherente con esa actitud suspende el juicio ante cualquier afirmación no comprobada. Si alguien nos confiara haber visto un burro volando, por ejemplo, no deberíamos dudar instantáneamente de su cordura o su sinceridad y rechazar por falsa esa afirmación. El escéptico debe ser prudente por definición, la duda es su guía, y no se inclina hacia ninguna alternativa en tanto no pueda comprobar por sí mismo o por otras medios cada una de las afirmaciones que se le ofrecen.

Desde luego la duda y la suspensión del juicio forman parte del arsenal de recursos escéptico, pero tiene su ámbito de aplicación.

La suspensión del juicio tiene sentido solo en el caso de que dos afirmaciones merezcan la misma credibilidad. Ante afirmaciones para las que poseemos suficientes elementos de juicio, conocimientos técnicos, documentación o el simple recurso a principios como la Navaja de Occam, o que resulten manifiestamente contrarias a saberes sólidos, mantener la duda y la suspensión del juicio no es algo legítimo. No precisamos investigar todas y cada una de las afirmaciones que se nos hacen- naturalmente, uno debe asegurarse de lo que su interlocutor dice realmente. Puede ocurrir, por ejemplo, que no diga que vió literalmente a un burro volando, sino que vió a un burro suspendido por un cable a un globo aerostático-, algunas de esas afirmaciones son manifiestamente absurdas respecto a esos principios y saberes, y no es preciso recurrir a ejemplos tan claros como el del burro aeronauta.

Y, en todo caso, lo que el escéptico dice es que ese tipo de afirmaciones son ilegítimas. El escéptico niega que nadie tenga suficientes elementos de juicio para afirmar que la telepatía existe, por ejemplo, y, aplicando esos principios de los que hablamos, está legitimado para que su actitud hacia esa afirmación equivalga en la práctica a que hubieran sido demostradas falsas.