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ÁNGELES BETANCOR: El alma de la buena cocina

  • Una fobia: Los insectos.
  • Un personaje: Mis personas favoritas son mis amigos.
  • Algo que cambiaría en el mundo: Lo cambiaría todo, sólo por probar.
  • Una frase: El lobo pierde la piel, pero no el vicio
  • Un sueño: Dejar de trabajar.
  • La nueva ley contra el tabaco es…: Necesaria. Los no fumadores han estado discriminados hasta ahora.
  • Un cocinero: El mío, Paolo Culeddu. Y mi primo, Jesús Pelegrín.
  • Ingredientes básicos: la pasta y el tomate .
  • Ingrediente que no usaría: No le hago ascos a ninguno, si está bien elaborado.
  • Defínase a sí misma: Optimista y alegre.

 

 

     Ángeles Betancor es una mujer sonriente, detallista y muy luchadora. Nació en Las Palmas, y allí trabajaba en una oficina hasta que, en el año 1985, se fue a Madrid. Iba siguiendo al que entonces era su pareja, Caco Senante. Ahora está afincada en la capital, y se dedica en cuerpo y alma a su restaurante, el popular italiano Come Prima, donde pasa prácticamente el día entero supervisando que todo esté perfecto. Se nota que le gusta. Con “Tu vuo fa l’americano”, de Renato Carosone, sonando de fondo en el local, Ángela da indicaciones a sus empleados mientras empiezan a llegar los primeros clientes. Va de aquí para allá, está muy pendiente de todo: recibe en la puerta, vigila los platos que van saliendo, también se ocupa de la contabilidad… Una vida entregada a la hostelería, un trabajo que ella considera, además, su gran afición.

 

Una hostelera entusiasta

     Cuando Ángela llegó a Madrid, abrió junto con Caco Senante La Bodeguita del Caco, un restaurante canario y caribeño. El local era el mismo que ahora ocupa el Come Prima, en pleno Barrio de Las Letras. “Estuve 17 años sirviendo papas arrugadas en La Bodeguita. Pero después, cambié de novio y cambié de restaurante”, dice sonriendo. “Mi nueva pareja era un italiano. Me enseñó un montón de cosas sobre su cultura y me cautivó. Por eso cambié a un restaurante italiano”. De esto hace ya diez años, en los que el Come Prima se ha convertido poco a poco en un lugar de visita indispensable para los amantes de la buena cocina italiana. Es un restaurante sencillo, nada pomposo. El servicio es impecable; la comida, riquísima; y el local, muy íntimo y acogedor. “El edificio tiene cerca de 200 años, y este local siempre ha sido de negocios. Hubo un restaurante asturiano, una casa de paellas… Yo he procurado no tocar nada. Mantiene las escaleras, los tres comedores… Lo único que he hecho ha sido pintarlo de verde y color tierra, los colores toscanos.”
     El chef, Paolo Culeddu, es además socio de Ángela. “Es un cocinero maravilloso, de Cerdeña. Tiene muchísimas, muchísimas recetas en la cabeza y las va innovando.”  Ángela levanta el brazo cuando Paolo pasa cerca de nosotros, y le invita a sentarse a la mesa, orgullosa. “Cuéntale, cuéntale cómo se crea un menú desde cero”, le dice con entusiasmo. Paolo explica, entre el castellano y el italiano, que la clave está en partir de las recetas tradicionales, y después añadir otras más innovadoras, elaboradas, que rompan un poco los esquemas.  Las pizzas no entran en la carta. “Antes sí que las servíamos”, explica Ángela, “pero es que a veces venían grupos de diez chavales y se pedían dos pizzas y tres coca-colas. No era rentable. Además, en Italia se distinguen las trattorias, que no sirven pizza, y las pizzerías. Nosotros somos una trattoria.”
     Para Ángela, una de las partes más complicadas de su trabajo es encontrar buenos camareros. “Lo más importante, las cualidades indispensables son, sin duda, la simpatía y la educación. Sin eso, no hay nada que hacer. Todo lo demás se puede aprender. Por el contrario, el defecto más común es la lentitud.”  

“Cuanto más popular es un personaje, más sencillo es a la hora de elegir un plato”

      El Come Prima siempre está lleno. Hace unos años se puso muy de moda, porque se corrió el rumor de que el Príncipe Felipe había ido a comer con Eva Sannum. “Sí que vinieron los dos, sí”, explica Ángela “pero vinieron por separado, y en épocas distintas. Él vino con un grupo de amigos, y cenaron en este mismo salón”. Se trata de un salón pequeño, casi un “apartado” con tres mesas, decorado con fotos de personajes italianos en blanco y negro, en el que uno puede fácilmente imaginarse la escena.
     Y es que entre la clientela de Ángela se encuentran personas selectas de todos los ámbitos de la actualidad. “Si te digo la verdad, viene más gente conocida que gente de la calle. Ahora, por ejemplo, viene a comer Federico Trillo. Felipe González vino la semana pasada. También han venido Isabel Preysler, Miguel Boyer, Gabino Diego… Eso, este mes”. Dice Ángela que la gran mayoría suele repetir, y casi siempre piden lo mismo. “Es muy curioso. Cuanto más populares son, más sencillos son a la hora de elegir un plato. González, por ejemplo, siempre pide spaghetti con tomate. Dice que los cocinamos muy bien. A Boyer no le gusta nada el queso parmesano. Gallardón viene muchísimo también, y siempre pide macarrones con tomate”. Entre los clientes canarios más habituales se encuentra Manolo Vieira, que es amigo de Ángela, y otros muchos que están de paso y aprovechan para visitar el restaurante porque han oído hablar de él.
     Ángela es una ortodoxa convencida en lo que a gastronomía se refiere. Ama su profesión, ha elegido con mimo los platos de la carta y sus ingredientes. Por eso, reconoce que se pone muy nerviosa cuando un cliente le dice cómo debe hacer su trabajo. “Mi chef es estupendo, tenemos más de cuarenta platos… y de repente, llega un cliente que te pide que le cambies la salsa, o que le añadas beicon a las almejas. Mire usted, no. No me destroce la carta, haga el favor.”, dice Ángela muy tajante, casi maternal. “Pero luego siempre repiten, porque aquí comen bien. Es que, claro… si me mezclan los ingredientes como si esto fuera un restaurante chino, no puede ser. ¡Han llegado a pedirme tortilla de patatas! ¡Aquí! Menos mal que estas cosas cada vez pasan menos, y que yo ya estoy preparada para plantar cara y decir que ni hablar”.

“Echo de menos la calma”

     El precio que Ángela tiene que pagar por esta entrega absoluta es la ausencia de vida personal, y de aficiones “¡Yo de eso no tengo! Mi afición es la hostelería. Me paso aquí casi el día entero. De comer y cenar por ahí, nada… Aquí hago todas mis comidas. Libro los domingos, eso sí… ¡pero es que siempre me quedo en casa descansando!”. Aún así, Ángela parece encantada. Su hijo, de 33 años, no comparte esta pasión por la hostelería. “Se dedica a los ordenadores, pero los fines de semana sí que me echa una manita en el restaurante”.

     El resto de su familia está en Las Palmas. Ángela explica que no va una vez al año a verlos, y a pasear por Las Canteras. “Es lo que más me gusta de Las Palmas, que hay rincones para estar tranquila, para desconectar. Allí existe esa opción, uno puede elegir entre el barullo y la calma.  En Madrid es imposible. No hay espacios despejados. Aquí se vive a mil por hora”. También suele reservar un hueco para ir a ver a su primo, Jesús Pelegrín, galardonado cocinero del restaurante Mamma Tina de Las Palmas. “Es un cocinero buenísimo. A veces, nos enviamos clientes. Muchos canarios que pasan por Madrid vienen a cenar a Come Prima enviados por él. Y al revés”.

 

almejas como puños

almejas como puños

¿Quién me lo iba a decir?

Recuerdo que, hará unos 5 años,  mi primo llegó un día a casa temblando de placer. "Acabo de ponerme de rodillas delante del mejor plato de spaguetti con almejas que he comido en mi vida", decía. Había cenado en el Come Prima, un restaurante italiano que está en la calle Echegaray y que, como pude comprobar poco después, es de quitarse el sombrero. Esos spaguetti son la caña de españa. Almejas como puños, con un poquito de tomate natural, ajo y Dios sabe qué más misteriosos ingredientes... un plato suculento.  Siempre que puedo, vuelvo. A veces este plato ya no está en la carta. Pero no importa, ellos te lo hacen si se lo pides.

Este restaurante, pequeñito, acogedor, empezó a ponerse de moda después de que se corriera el rumor de que el príncipe, nuestro príncipe, había ido allí a cenar con Eva Sanun. Después de eso, era imposible conseguir mesa. ¿Pagaría la cuenta el príncipe? ¿Qué pedirían para cenar?

Yo HOY lo voy a saber. Esto y mucho más. Porque, cosas de la vida,  tengo que entrevistar a la dueña del Come Prima. Ya veis, amiguitos, las vueltas que da la vida. Me hace gracia. A ver si hay suerte y se invita a unos spaguetti.

buuuaaaahhhhh!!!!!

buuuaaaahhhhh!!!!!

No quiero que llegue la Navidad. NO me gusta. La detesto. No estoy preparada. No me da tiempo.

Este año me ha pillado desprevenida. Y mira que es difícil, con tanta lucecita, tanto arbolito, tanto Papa Noel  de los cojones, y tanto villancico odioso taladratímpanos que se te graba a fuego en el cerebro sin llamar a la puerta. No puedo, es que no puedo. Y las calles. Llenas de gente que está de los nervios, que se da de codazos, que hace malabares para esquivar los andamios, verjas y socavones que MR. Gallardón nos ha regalado con amor. Una época entrañable, con ambiente de perrito caliente (valga el pareado).

Y es que para mí este año la Navidad no existe, no es, no tiene sentido. Se reduce a: coger un autobús nocturno incomodísimo, de olor imposible y rodeada de compañía de lo más dudosa. Zamparme la cena. Dormir. Zamparme la comida. Coger otro autobús para volver a la ciudad-andamio. Así. Como te lo cuento. Sin tiempo para disfrutar de mi familia, mi ciudad, mis amigos. Un asco.

Y ya me lo decía mi amiga Isa... Ella aborrece la Navidad. Es algo físico. Cualquier símbolo navideño le produce nauseas. Y yo pensaba: bah. Lo que pasa es que la gente a la que no le gusta la Navidad es porque no le gusta su vida. Y, claro, cuando llegan estas fechas parece como que hay que celebrar. Y uno se pregunta: ¿Y que coño tengo yo que celebrar? A ver??? "Pues que tienes una familia que te quiere, un novio maravilloso, unos amigos que se preocupan por ti y te preguntan si necesitas algo" Y qué?? Que yo eso lo celebro todos los días, o los días que amí me dé le gana. Que no soporto SENTIRME OBLIGADA A SER TAAAN FELIZ! Que es entonces cuando, por contraste, uno se siente el doble de desgraciado que los días de diario.

Es lo mismo que pasa en NOchevieja. Se da por hecho uno se lo tiene que pasar  "la hostia de bien", que es la Gran Noche, que qué bien me lo paso que me ponga otra ronda oiga. No caben las medias tintas. Si no te lo has pasado "la hostia de bien" entonces es que has fracasado. No vale un "sin más".  Y es que Nochevieja es insufribe. Los bares hasta el sombrero de gente, hora y media para pedir una cañita. Te la bebes a sorbitos, claro, que como te toque ir a por otra ya se te ha hecho de día. Y venga gente y venga gente, que feliz año, feliz ano eh, eh! feliz ano, urte berri on, urte berri on. Que me dejéis tranquila.... ES por eso que yo ya no salgo en Nochevieja. Me quedo en casa. ¿Deprimida? A ver, pues claro, viendo a Bertín Osborne en la tele.  Pero al menos en mi casa nadie me obliga a ser feliz.

ME ABURRO

ME ABURRO

 ME ABURRO ME ABURRO ME ABURRO ME ABURRO ME ABURRO ME ABURRO me aburro me aburro me aburro me aburro me aburro me aburro me aburro

ME ABURRO que me muero de aburrimiento. Los minutos no pasan... se quedan ahí, parados, mirándome con cara de poker. Y yo, como si nada, como quien oye llover. Miro para otro lado y hago como que me divierto, para ver si les despisto, y en un descuido, les da por seguir adelante. Pero nada, oye. Que noto su mirada clavada en mi nuca, mientras bailo sin música. Para que luego digan que EL TIEMPO VUELA. Eso debe de ser fuera de estas cuatro paredes, que aquí no. Aquí el tiempo no vuela, el tiempo mira, ME mira, con cara de poker.

Tu vuo fa l'americano

Tu vuo fa  l'americano

Me encanta esta foto. Parece de otra época, como si fuera un artista de un pueblo italiano de costa. Que curioso. ¿Por qué habré pensado en Tu vuo fa l’americano? Por el sombrero, seguro. Cómo me gusta esa canción.

AMÉLIE, EN KENTUCKY

AMÉLIE, EN KENTUCKY

Elizabethtown es una comedia romántica al uso. Es efectiva para los amantes del género, que son muchos, pero lo es paradojicamente por la sutil sucesión de plagios y tópicos que acumula. Es verdad que no es éste un género en el que sea fácil sorprender, pero digamos que no se han querido complicar mucho la vida los autores de esta película. Han cogido de aquí y de allá, y han hecho una de ésas películas que uno tiene la sensación de haber visto ya. Probablemente, el plagio más evidente proviene de Amélie. 

Amélie marcó un antes y un después. Su estética colorista, su ingenuidad, y esa manera de presentar a los personajes tan característica de Jean –Pierre Jeunet fueron plagiados a diestro y siniestro por “creativos” publicitarios de todos los campos. Elizabethtown ha copiado la ingenuidad, esa ingenuidad que algunos tildaron de panfletaria y que ahora se repite con menos fortuna. Amélie se ha reencarnado en Claire (Kirsten Dunst), una chica sin pasado que afirma querer “ayudar a los demás”. ¿Os suena? Su gorra roja, sus primeros planos con ojos brillantes, un cuaderno de viaje lleno de fotos y anotaciones… todo suena. Sólo que no es París. Es Kentucky. No es lo mismo.

Por lo demás, Orlando Bloom da vida a Drew Baylor, el objeto del deseo de nuestra pequeña Amélie. Es  un joven que planea suicidarse después ser víctima de una sucesión de tragedias, pero que se ve obligado a posponer sus propósitos y volver a su pueblo natal para  organizar el funeral de su padre. Allí se reencontrará consigo mismo y con una familia casi olvidada. No interesa. Las escenas se alargan y se alargan sin contar nada interesante, y dejando completamente olvidado el hecho de que Drew va a suicidarse en cuanto resuelva el funeral. Pobre Drew, nadie se molesta en explicarnos cómo evoluciona su depresión.

Los actores están bien, pero nada más. Esto ya es mucho para Orlando Bloom, que en El Reino del Cielo no pudo quedar más en evidencia. Pero, ¿y Susan Sarandon? ¿Y Kirsten Dunst? Sólo bien. Tampoco daba para más. ¿Qué le vamos a hacer?

Hay que reconocer, de todas formas, que los últimos diez minutos de la película están bien: son muy evocadores. El viaje de vuelta a casa del protagonista, que atraviesa cuatro estados en coche acompañado de un amplio repertorio musical y una guía de viaje llena de mensajes vitalistas, hace reflexionar a todo el que esté un poco bajo de moral.

china a la calle

china a la calle

Hoy se han manifestado los comerciantes del barrio de Embajadores por la decisión del Ayuntamiento de cerrar el tráfico en este barrio. Francamente, y sin ánimo de ofender a nadie... ¡Hurra!

Yo vivo en el corazón (y cuando digo corazón, lo digo en el peor sentido de la palabra) de la calle Embajadores. Aquello, amigos míos, es el Infierno. Satanás vive en la calle Embajadores. Los atascos que se forman esta pobre calle escuálida de un solo carril son monumentales. Y lo son a diario, y lo son durante todo el largo día. Sin tregua. Y es que alrededor del 95% de los comercios de esta calle se dedican a la venta al por mayor de textiles (y cuando digo textiles, lo digo en el peor sentido de la palabra). Esto significa que, para que se pueda abastecer a estos comercios/almacenes, los vecinos debemos convivir con un permanente  desfile de furgonetas cargadas de cajas  hasta la ciencia ficción que campan a sus anchas; que paran impunemente a descargar, sin importarles el embotellamiento que dejan atrás; que ignoran por completo los bocinazos con ensañamiento y alevosía del resto de los vehículos, para desesperación de los vecinos. En los mejores días, salgo 4 veces al balcón a suplicar a voz en grito QUE DEJÉIS DE TOCAR LA BOCINA, QUE PARECE QUE ESTÁIS LOCOS, QUE YO NO TENGO LA CULPA DE VUESTROS PROBLEMAS.  En los peores días, hago bolas de papel higiénico, las empapo debajo del grifo y las lanzo contra los coches. Y, aunque no lo creáis, amigos míos, funciona. Sólo durante 10 segundos, pero funciona. Me siento mal. Este barrio saca lo peor de mí. Yo antes no era así.

Yo NECESITO que esto acabe. Necesito que corten el tráfico, o acabaré volviéndome loca. Son tres o cuatro bocinazos completamente desgarradores por minuto. Contados. De verdad. Y yo, una pobre mujer que pasa mucho tiempo en casa, no tengo la culpa. Yo NO tengo la culpa. Necesito que trasladen todas estas tiendas a un polígono industrial, que es donde deberían estar. Un bonito polígono industrial a las afueras, con muuuuchas plazas de aparcamiento, muuuchos carriles de acceso.  Y con pocos vecinos. ¿Es que no se dan cuenta de que esto es como meter un tigre en una jaula de canario?  Salir a la calle es para mí todo un ejercicio de paciencia. La carretera, embotellada  y claustrofóbica,  abarrotada de conductores con la mano temblorosa sobre el claxon. La acera, un racing de carretillas cargadas de cajas de cartón conducidas por chinos que tienen como afición escupir sin avisar. Los rincones, cementerios de basura. Yo así no puedo. Es que no puedo.

Y es que no lo entiendo. Vamos a ver. Hace falta una licencia para abrir un bar, o una farmacia, ¿no es cierto? Y tengo entendido que Madrid ya no concede más licencias para bares porque ya hay muchos. ¿Y que pasa con las tiendas al por mayor de los chinos? ¿Es que no hay ya muchas? En mi calle SÓLO hay tiendas al por mayor de chinos. Vamos, que para comprar el pan tengo que preparar merienda para el camino. Idem para comprar un libro, una pieza de fruta o unas pilas para el mando. Y es que últimamente he optado por la ensoñación. Como única vía de escape. Paseo por mi calle y voy imaginando: en este local habría una bonita tienda de jabones... aquí, una librería con sus revistitas y sus lápices de colores... en éste, una tienda de discos de segunda mano... Y así consigo cruzar mi calle sin desesperarme, mientras sorteo a los carretilleros escupidores, los montones de cajas de cartón, los chinos que comen y duermen en sus locales de 20x20.

ÉSte es un barrio bonito. De verdad, es un barrio precioso. Si uno se para a mirar sus edificios, sus suelos, sus rincones... se da cuenta de que debajo de este almacén improvisado e interminable hay un barrio que está echado a perder, un casco antiguo de toda la vida de Dios.

Francamente, y sin ánimo de ofender a nadie... ¡Hurra!

HE VUELTO...

HE VUELTO...

PA QUEDARME.

 

exhausta

exhausta

Que se queden con mi dinero. Me rindo. Me da igual. Han vuelto a ganarme. No puedo seguir dando vueltas de un sitio para otro. Ya no estoy cabreada, sólo estoy muy-muy cansada. Estoy exhausta. A veces dan ganas de dejarse ir.

Quien no llora...

Quien no llora...

Ya sólo queda UN día para que se me acabe el plazo del INEM para poder solicitar mi triste subsidio. Y sigo sin poder recolectar todos los papeles que me piden. Estoy al borde de un ataque de nervios. Cada día voy a una oficina diferente a por un papel diferente, y TODOS los días llego tarde al trabajo... con la manos vacías!! Media hora de cola es el mínimo, siempre e invariablemente, aunque sólo quieras saludar al funcionario e interesarte por su estado de salud. Así que, imagínense, amiguitos, el tiempo que hace falta para conseguir arrebatarle de las garras a ese mismo funcionario EL papel que va a conseguir acercarte un poco más a la Verdad (=triste subsidio). Tengo ganas de llorar.

Antes de ayer: voy a Hacienda a pedir - a suplicar- que me den una copia de mi última declaración. Por las dudas, llevo el papel del INEM que enumera todos los documentos que necesito para alcanzar la Verdad (=triste subsidio). Hola, dulce señorita, le digo cándidamente a la gorda de información. Necesitaría una copia de mi última declaración para poder pedir el paro. Mientras, levanto delante de sus ojos la hoja del INEM y señalo la línea en la que se especifica esto mismo. Toma este documento, me responde bastante simpática, rellénalo, y entrégalo en la ventanilla XXX. Son 15 centimos. Y, después de pagar por un estúpido impreso de mierda, me uno a la cola de 10 personas que esperaban en la ventanilla XXX.
Volviendo a lo mencionado antes, media hora de cola no te la quita ni tu padre, así que tres cuartos de hora después... Hola, dulce señorita, le digo cándidamente a la cara-perro de la ventanilla, Necesitaría una copia de mi última declaración para poder pedir el paro. Y la muuy zorra me mira con cara de suficiencia y emite un ruidito parecido a un suspiro, que traducido a palabras venía a significar algo así como... ya estamos otra vez, la gente no se entera de nada, coño y después hace este gesto sonoro que NO SOPORRRRTO de chasquear la lengua mientras niegas con la cabeza, con una media sonrisilla de resabiada, y me dice con voz de maestra de escuela: no-no-no-no. ESO te lo hacen en el INEM. Les firmas un documento y ellos te imprimen tu historial. Y yo, pensando en la gorda de información que me ha dicho que sí, que es aquí, hace 45 minutos ya, tomo aire bien profundo. Después, levanto la hoja del INEM y señalo la línea en la que se especifica el documento que necesito. E insisto. ¿Esta usted segura, dulce señorita, de que no es aquí donde debo solicitar esta copia? Mire que llevo un buen rato esperando, mire que he estuve ayer en el INEM y no me dijeron nada de eso, y mire que me han dicho que sí que ES aquí. Y la puta va y me repite el gesto de la lengua. Me doy media vuelta y me voy. Al trabajo. Tarde otra vez.

En la oficina, busco el número de teléfono del INEM. LLamo. Pregunto, respirando muuy profundo, si es verdad que efectivamente son ELLOS quienes deben facilitarme ese papel. Y - hay que reconocerlo, porque lo que es, es- en el INEM te tratan bastante bien, así que la mujer me explica que no, que la cara -perro debe haberse equivocado. Llamo a continuación a las oficinas centrales de Hacienda, para confirmarlo, y allí también me dicen que la cara-perro ha hecho MAL su trabajo. Tengo ganas de llorar.

Hoy el nuevo reto ha sido EL PADRóN. Pero, esta historia, queridos amigos, es demasiado triste y dolorosa como para publicarla en internet... sin cobrar.

todo está escrito

todo está escrito

Extraído del libro "El lenguaje del cuerpo", de Allan Pease. Sirva como "fe de erratas" para mi artículo de la semana pasada acerca del metro.

La aglomeración en los conciertos, cines, ascensores, trenes y autobuses ocasiona la intromisión inevitable en las zonas íntimas de otras personas. Hay una serie de REGLAS NO ESCRITAS que los occidentales respetan FIELMENTE cuando se encuentran en situaciones de hacinamiento; por ejemplo, cuando se viaja en un vehículo público atestado. Algunas reglas son:

1. No es correcto hablar con nadie, ni siquiera con alguien conocido.

2. Debe evitarse mirar a la gente.

3. Debe mantenerse la "cara de póquer", totalmente inexpresiva.

4. Si se lleva un libro o un diario, se simulará estar dedicado a su lectura.

5. Cuantas más personas haya en el lugar, menos movimientos deben efectuarse.

6. En los ascensores, debe mirarse el tablero que señala los números de los pisos.

Con frecuencia escuchamos adjetivos como "preocupado", "infeliz", "abatido", cuando se describe a la gente que viaja en las horas punta. Se usa esos calificativos debido al aspecto inexpresivo, "en blanco", de los viajeros. Pero el observador comete un error de juicio: con ese aspecto, los que viajan están cumpliendo con las reglas que rigen la invasión inevitable de sus zonas íntimas en los lugares muy poblados.

des-con-fiada

des-con-fiada

Y digo yo... ¿por qué no se dirá sin-fiada, que es lo que tiene sentido?

Bueno, soy feliz. TENGO MI ORDENADOR!!! Y... sí! Todo está bien: funciona todo, no faltan cables, ni piezas ni nada! Yo, que estaba convencida de que me iban a engañar. Soy des-con-fiada. Lo reconozco. Soy escéptica y tengo querencia por el pesimismo. Odio ser así, pero es mi sino de momento. SIEMPRE que compro algo medianamente importante, me recorre un chispazo de odio hacia el vendedor. VEO que está controlándose para no frotarse las garras delante de mí. SIENTO la venta como una derrota. Qué tontería, verdad? No debería ser así, yo debería ponerme supercontenta porque el vendedor me ha dado la oportunidad de ser feliz, poniendo a mi alcance un objeto prescioso que yo deseaba tener. A cambio, yo le he dado un dinerito que a él también le ha debido de poner supercontento. Y así, todos supersontentos. Pues no. No puedo verlo así. Yo planto mi cara de poker y mantengo las distancias. No me creo nada de su simpatía, de sus argumentos, no me creo nada de nada. Me niego a dejarle creer que ese est'upido curso de ventas y lenguaje corporal que le han impartido en una semana le sirve para lidiar conmigo.

A mí la felicidad me llega en mi casa, luego, en la calma de mi intimidad. No la comparto con el vendedor. La comparto con mi novio, previa comprobaci'on de que el vendedor no me ha timado, claro está.

A quien madruga...

A quien madruga...

Es que es entrar en las oficinas del INEM y me pongo automáticamente de una mala hostia...

A la 8:45, como un clavo, me he plantado allí. Abren a las 9, PERO ya había en la calle un cola de más de 20 personas. Qué le pasa a este país, Dios mío? Con el frío inhumano que hace hoy -que he pasado más frío del que he pasado en toda mi vida- y allí veintytantas personas, cada uno de su madre y de su padre, pero con el denominador común de la desesperación que se le supone a alguien que está ahí a esa hora y con esa temperatura.

A las 9 han abierto las puertas. Todos pa'dentro. Ajetreo para coger número, guarda-jurado mulato (monísimo, por cierto) lidiando con todos nosotros, suspiros, empujones, caras tristes.

¿Qué les costará, a ver, qué le costará hacer que estos lugares no sean taaan deprimentes? No sé: cambiar el color de las paredes, algun adornito aquí, una foto allá, más guardias-jurado mulatos... Ayudaría muchísimo. Pues NO. Toooodo gris, casposo y austero, como heredado de la época de Franco. Y sus trabajadores: oye, que les hacen casting pa que sean cincuentones-as con ojeras. Qué asco, hija. Debe de ser para que te entre más prisa para encontrar trabajo.

En fin. Traumático zig-zag de ventanillas, de números, impresos, funcionarios, fotocopias... todo un laberinto desazonador, parte de este mismo mismo plan del Estado para deshacerse de los gorrones menos valerosos. Yo ya caí una vez en el camino. No volverá a suceder. Esta vez no podréis conmigo, no minaréis mi moral. ESTA VEZ ESTOY MUUUY CABREADA y QUIERO MI DINEEEERRROOOO!!!

LO MATO

LO  MATO

Os juro que lo mato.

Acabo de escuchar la noticia de la dimisión dl ministro de Economía en Francia, después de que el presidente le pidiera ayer explicaciones por el apartamento de 14.000 euros al mes que las arcas del Estado le están costeando en una de las mejores zonas de París.

Estoy yo pa tonterías con el mundo inmobiliario y el mundo tributario!! Con lo que cuesta pagar TODOS LOS MESES al banco la hipoteca (o el alquiler al casero, lo mismo da), que se te sale la garganta por la boca cada vez que te das cuenta del dineral que se te escapa mes a mes, como un goteo. Con las cantidades astrionómicas que le he estado regalando a Hacienda cada tres meses con este absurdo cuento de ser autónomo. Dinero del que, luego - a mí que me lo expliquen si me equivoco- prácticamente no me beneficio!!! Que tengo seguro privado porque la Seguridad Social me inspira todo menos seguridad, con esas colas de espera de 3 meses para casos de urgencia; que no cobro el paro, porque con tanto papeleo que te piden me entran ataques de ansiedad y asma en cuanto entro en las oficinas del INEM; que nunca me han dado una beca ni leches en vinagre...
y pa qué sirve mi dinero, a ver, pa qué????? pa qué??????
pa que abran las aceras y las cierren cada tres días buscando el tesoro y repartiéndose los favores de las constructoras??
pa que el príncipe se compre un Botero pa su nidito de amor?? - que exijo que un día me invite al menos a tomar un café en su palacete, coño, que me ha costao mucho dinero // y que los invitados a su boda deberían haberles regalado el clásico sobrecito para haber pagado la boda con ese dinero y NO con el mío, joder, que teteras de plata el príncipe ya tiene muuucchhhaaaassssss!!!-;
pa que el pedazo de tío mierda del Ministro de Economía -ay, que me da la risa- se pague un APARTAMENTO -ojo- de 14.000 euros al mes -2 millones y casi medio de pesetas- en el barrio pijo????

Como diría Daniel Guzmán VAMOS NO ME JODAS!!!

CÓMO ES POSIBLE QUE ESTE SEÑOR TENGA LIBRE ACCESO PARA DOMICILIAR EL ALQUILER DE SU CASA EN LA CUENTA DEL ESTADO???? ES QUE NO HAY NADIE VIGILANDO????

AY QUE LO MATO. LOOO MAAATTTTOOOO!!!!!!!

LA GRADUADA

LA GRADUADA

Ayer me fui aver El Graduado, en todo el glammouroso esplendor de su estreno, repleto de caras conocidas, alfombras rojas, cava y luces cegadoras.

Me encantó.

La puesta en escena me pareció impresionante: las paredes y el telón son puertas gigantes como de armario (dejemos a un lado las bromitas fáciles) que se mueven y transforman, creando un montón de espacios diferentes en un segundo (los menos logrados, los exteriores). La LUZ, preciosa, cálida, evocadora, no sé, parecía que uno estaba en el cine. Las TRANSICIONES entre escenas, dinámicas y llenas de información, con algo super-curioso que me encantó: tradujeron a teatro algunos recursos propios del lenguaje audiovisual. Esto suena rarísimo y fatal, pero me explico: hubo un equivalente a una secuencia de montaje, para contar el paso de tiempo; y algunos ralentizados (vamos, actores y figurantes moviéndose a cámara lenta) para subrayar una acción determinada en algunos momentos. Las dos cosas, acompañadas siempre de la música de Simon y Garfunkel, wonderful. De verdad, wonderful-wonderful. Todo muy cinematográfico.

Los actores, bien (menos el Señor Robinson, que parecía que estaba de coña). PERO LO MEJOR de toda la obra es, sin duda y para mi sorpresa, OLIVIA MOLINA. Maravillosa, tierna, conmovedora, vulnerable pero firme, convincente y muuy alta -el pobre Juan Díaz-, no pude quitarle el ojo de encima cada vez que salió al escenario. Con esa voz quebrada. Cómo se nota que aún está en la escuela, y aún no ha perdido ese saber hacer las cosas bien. Suena raro, pero yo sé lo que me digo. Es increíble lo que ha mejorado esta chica. Ella es, para mí, la auténtica Graduada.

SOCORRO

SOCORRO

Que sólo quiero un ordenador NORMAL, que no me explote el 2º día y me incendie la casa, que no se me cuelgue cuando me ponga a editar más de 3 minutos de video, que no se derrita si se me olvida apagarlo. No sé, un ordenador normal!!!!
No puede ser que lleve más de 3 meses para encontrar una oferta que me convenza. Es lo que tiene la desinformación, que es muy mala. Cómo voy a tomar una decisión si no tengo información, y por tanto, no tengo criterio, ni tengo ná de ná!!! SOCORRO. ALGÚN INFORMÁTICO EN LA SALA?

pd. http://www.neveralonepc.com/Principal.aspx?idConfig=3 ES UNA PÁGINA FIABLE?

pd.2: ¿Habéis visto este MARAVILLOSO Gateaway Profile 5.5 (copiado literal del pie de foto) que lleva el hardware integrado en el monitor!!!! Lo quiero, lo quiero!!!

tiempo al tiempo

tiempo al tiempo

La velocidad lo cambió todo, por lo visto.
Antes, cada aldea, pueblo, ciudad, tenía una hora diferente. Todas se aproximaban, en función de uns parámetros iguales para todos: amanecer- mediodía, anochecer. Pero eran distintas.
Entonces se viajaba en carruaje, y las distancias eran tan grandes poco importaban unos minutos de diferencia.

Pero la invención del tren lo cambió todo. La velocidad lo cambió todo. No es increíble? Obligó a unificar criterios. Al principio, un almirante a bordo transportaba siempre un reloj que marcaba LA HORA del tren. Dentro del tren siempre era ESA hora. Fuera, no. En cada estación cambiaba. En las estaciones grandes, llegaron incluso a instalar hasta 6 relojes diferentes para ayudar a los viajeros a prever la llegada de su tren.

Bueno... no sé qué grado de verdad habrá en todo esto, pero Alessandro Baricco lo cuenta con tanto detalle en el libro que me estoy leyendo que estoy fascinada con el tema.

BECARIA SALIDA MENDIGA POLVO CON AMOR

BECARIA SALIDA MENDIGA POLVO CON AMOR

ENTREVISTA DANIEL GUZMÁN

ESTA ENTREVISTA NO TIENE DESPERDICIO: LA BECARIA -PORQUE SIN DUDA LO ES- CLAVÁNDOLE EL COLMILLO A DANIEL GUZMÁN CON LA EXCUSA DE UNA ENTREVISTA. LA PREGUNTA ES: ¿A QUIÉN SE TIRA LA JOVEN LOLITA RAMÍREZ PARA QUE ESTA ENTREVISTA ESTÉ PUBLICADA EN LA VOZ DE GALICIA Y NO EN SUPER POP?

TITULAR: «El amor nos tapa la vista»

(Lola Ramírez)- Dicen los críticos que usted promete mucho y que llegará a la madurez lleno de laureles y cosas interesantes que contarnos. ¿Se equivocan mucho los que le presagian un futuro tan brillante?

DG- Ahora no podemos saberlo, ya veremos si se equivocan... Son atrevidos, me gustaría que acertaran y haremos todo lo posible para que no queden mal. Por el momento se agradece el detalle, tienen unas cañas pagadas y responderé con trabajo, mucho.

LR- Creo que Roberto ocupa los sueños de más de una adolescente. ¿Le tiene envidia a su personaje o en ese sentido le da usted sopas con onda?

DG- Ya me gustaría, pero ya se sabe... el cine y la televisión, tó mentira, luego ná de ná. Digamos que para la ficción le echo yo una mano a Roberto y para la realidad me la echa él a mí.

LR- ME MOLA un montón su comunidad de vecinos, ¿sabe dónde podría alquilar un inmueble con colegas tan ENROLLADOS?

DG- En la calle Desengaño, nº 21, aunque según dicen ahí no hay quien viva.

LR- Tiene usted fama de hombre comprometido. Seguro que en el instituto ya se planteaba seriamente muchas cosas. ¿Cuáles no han muerto con el paso del tiempo?

DG- Los que se lo planteaban seriamente eran los profesores conmigo porque más que comprometido, mi inquietud me hacía ser contestatario y rebelde. A día de hoy sigo igual. Supongo que hay demasiadas cosas en las que no estoy de acuerdo y siempre se puede hacer algo. Por lo menos intentarlo.

LR- Reconozco que es morbo, pero me intriga el Daniel Guzmán romántico. ¿Existe? (¿¿¿???)

DG- Algo debe haber, pero seguro que menos de lo que me gustaría. Siempre se puede mejorar.

LR- Cree como Napoleón que las batallas contra las mujeres son las únicas que se ganan huyendo?

DG- Lo que sí sé es que están perdidas. Lo de huir es perderlas de una manera concreta, hay muchas otras formas. Hay que pelear hasta el final, así no te arrepientes. Pero, ¿por qué pelear si se puede arreglar de la mejor manera...?

LR- Los hombres aspiran a que gritemos cuando hacemos el amor. Nosotras queremos que ellos nos susurren cosas al oído (¿¿¿???). ¿Somos irreconciliables?

DG- Nunca me gustó generalizar, habrá de todo, ¿no?, y dependerá del momento. Un buen grito y un buen susurro siempre son compatibles.

LR- ¿Este verano tiene una cita ineludible en Atenas o su deporte favorito todavía no está clasificado?

DG- Mis deportes favoritos son el fútbol, el boxeo, las chapas y las canicas.

LR- La boda de Don Felipe paró la actividad habitual de un día en este país. ¿Somos más monárquicos de lo que confesamos o nos pirramos por los cuentos de hadas?

DG- Somos menos de lo que parecemos -aunque se parase la actividad habitual de un día en este país...- ; tampoco identifico un cuento de hadas con ese casamiento.

LR- ¿Se encuentra usted sexy o cree que su encanto está en el interior como el de la Sirenita?

DG- El encanto suele estar donde uno no se imagina, cuando eres consciente de lo que gusta de ti, lo pierdes. Encontrarse sexy es subjetivo, depende de cómo estés emocional y personalmente. Tanto si estás pletórico como hundido ves una imagen de ti que quizá no corresponde con la realidad. Pero yo tengo mis días, como todo el mundo.

LR- ¿El amor es ciego o simplemente un poco miope?

DG- El amor nos vuelve gilipollas; si sale bien pensamos que es precioso y si no sale es un infierno. Supongo que los sentimientos y la química te tapan la vista.

LR- Si fuera cierto que todos tenemos un precio, ¿a cuánto se cotizaría Daniel Guzmán?

DG- Ofrece. (COMENTARIO MÍO PERSONAL: joder!)

LR- Cuando no nos oigan; mientras tanto, dígame (OBSÉRVESE QUE SIGUE HABLÁNDOLE DE USTED), qué le resulta más difícil, ¿desnudar el alma o desnudar el cuerpo?

DG- Las dos cosas. Es un nivel de compromiso muy alto, no hay que perder la confianza en uno mismo ni en el que está enfrente sino no puedes hacerlo.

LR- ¿Qué citas le gustan más, las de los hombres célebres o las de las mujeres rubias?

DG- Las que descubro su verdadero significado cuando me toca vivirlas, a poder ser rubias, morenas y pelirrojas.

LR- Para confesarse, ¿prefiere una carta, un emilio o un encuentro con prensa, luz y micrófonos?

DG- La palabra confesión me da yuyu. Siempre es más fácil sincerarse delante de un papel o un ordenador que tener que mirar a los ojos, además no pierdes el hilo de lo que quieres decir.

LR- La guerra se empieza cuando uno quiere y se termina cuando las circunstancias lo permiten. Por cierto, ¿usted es guerrero? (¿¿¿???)

DG- Si, pero no soporto la desigualdad de condiciones, por eso ninguna guerra es justa. Hay muchas maneras de guerrear.

LR- Roberto y sus colegas nos dijeron adiós hace unos días, el pasado miércoles. ¿Fue una despedida definitiva o volverán a la carga después de las vacaciones?

DG- No fue un adiós, tan sólo un hasta luego.

HAY QUE JODERSE! AL FINAL LA BECARIA SE LO FOLLÓ!!!

el metro

el metro

El viernes me dejé la moto en la Gran Vía, a desmano para ir hoy a trabajar. Y como además ayer Paco me metió el miedo en el cuerpo por aquella tontería de no tener seguro... que si atropellas a un niño- a la cárcel, que si le rayas el coche a alguien- 700 talegos...
Va a ser que tiene razón.
Me he ido en metro.
Un asco.
Odio el metro.
Me he tragado el suspiro de un halitoso, porque no tenía espacio para esquivarlo. Por no poder, ni siquiera he podido sacar el libro del bolso. Total, tampoco hubiera tenido espacio para estirar el brazo y leer. Qué de gente, madre mía, qué de gente.

Esa tensión tácita en torno a cada asiento libre, que se duplica en el "mundo maruja". Esas adolescentes que piensan que su conversación interesa a alguien más aparte de a sí mismas y por eso vocean sus escarceos patéticos de fin de semana para que el respetable no se pierda detalle. Los virus, las bacterias, que no se ven pero se intuyen, sobrevolando todos los vagones en busca de víctimas. Los ejecutivos con calcetines blancos. Y, OH NO POR FAVOR, los cantamañanas (en el sentido literal de la palabra) que graznan canciones populares de Dios sabe qué país a ritmo de guitarra y/o acordeón. Los odio...... Tiran por tierra todos mis esfuerzos y ejercicios de evasión de aquel lugar, ese gusano relleno de gente triste, que se arrastra bajo tierra, siempre de un sitio al otro, y del otro al uno, sin parar.

Odio el metro.

quiero ser NORMAL

quiero ser  NORMAL

Querría poder ser feliz siendo, no sé, funcionaria. Querría que la rutina me llenara de paz. Desear, como todo hijo de vecino, que llegue el fin de semana; ser más feliz en viernes que en lunes.
Quiero querer fichar. Quiero querer hijos. Quiero querer formar una familia, querer una segunda vivienda, un coche bonito para mi marido. Quiero querer un marido. Quiero querer todo lo que implique estabilidad, quiero querer una vida escrita por otros, un perro. Quiero no ser soñadora, y que la cabeza no se me vaya inventando otras formas de vida.
Quiero querer todo lo que no quiero.